Crítica de 'Moonage Daydream': El coleccionista transitorio

Sí, la escena del caballero Block arrebatándole la Reina a la Muerte en 'El Séptimo Sello' aparece en este filme denso, densísimo. Se diría caótico pero se sostiene de un hilo conductor del grosor de los anclajes de los contenedores en las bodegas de los mercantes.

Experimental. Visto y oído en las condiciones óptimas de sala, pantalla y sonido, el espectador llega a temer o a desear que la pantalla se haga mil añicos y las imágenes, imposibles deser contenidas ni siquiera por el telón de seguridad, se desparramen por las plateas. Llega a temer, a desear, que el sistema de sonido estalle y de pronto 'Rock n' Roll With Me' o 'Word On A Wing' penetren di-rec-ta-men-te por sus oídos y le inunden la corriente sanguínea.

Experimental, si, esta pieza fílmico-filosófica-cósmico-musical que, dice la leyenda, contiene más de cinco millones de pequeñas, medianas, gigantescas, sonoras, visuales piezas de archivo (únicas algunas). Experimento, sí. De luz. Sonido. Sobre las criaturas, líquidas, fluídas, transversales que fue Aquel (mayúsculas) que se definió (o no) de mil maneras. En una canción se le oye decir que es la zorra del rock and roll. Y a otra la tituló 'Rock and Roll Suicide'.

El espectador experimenta una experiencia experimental impagable. Dolor y éxtasis.

El filme está pensado para exhibirse en envolventes salas IMAX. Se diría que el coleccionista de identidades hubiese hecho tablas con La Muerte.