Dirección y guión Cristian Mungiu.
Fotografía Tudor Vladimir Panduru.
Montaje Mircea Olteanu.
Intérpretes Marin Grigore, Judith State, Macrina Barladeanu, Orsolya Moldován, Rácz Endre, József Bíró.
Nacionalidad Rumanía.
Duración 125.
Es de la sagrada-maldita estirpe de los descendientes de Vlad El Empalador. Es puro cine rumano. Abrasivo. Corrosivo. Hiriente. Es de la cuadrilla y del escuadrón del Puiu de 'Sieranevada', del Corneliu Porumboiu de 'La Gomera', del Radi Jude de 'Un polvo desafortunado (o ... polvo loco)' y de otros tantos cineastas transilvanos o criados bajo los Cárpatos, abandonados en Bucarest o acurrucados en el paso del Borgo; hijos luminosos de un país oscuro. Tienen muchas cuentas que saldar con los de su sangre. Que, como suele pasar con la del resto del género humano, siempre es sangre impura, mezclada, mestiza. Aunque nadie quiera admitirlo.
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A un pueblo infestado de variedades y variaciones étnicas llegan tres emigrantes asiáticos. Estalla l tormenta. El odio. Las viejas rencillas se retoman. Paisanos que tienen a su familia desparramada y sin papeles por media Europa hacen gala de un racismo contumaz, asilvestrado mientras en la banda sonora de esta película de fotografía sucia, se escucha una canción que sabemos que la cantó Vera Lynn en 1935 y Rod Stewart en 2003 pero que todos nos recuerda la película de Wong Kar 'Deseando amar'.
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