De algún modo, Manuel Martín Cuenca parece regresar con 'La hija' al territorio que nos hizo pisar hace ocho años con la memorable 'Caníbal'.

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Otra vez esa fotografía nítida, con protagonismo de los espacios sobre las personas. Solo que del casco antiguo de Granada ha ... pasado a la sierra de Cazorla, en Jaén. Sus impresionantes montañas, y una casa solitaria asomada a ellas, aportan una tajante fisicidad muy presente en 'La hija' (que, eso sí, no se resiste a la actual 'dronmanía').

'La hija'

  • Dirección: Manuel Martín Cuenca

  • Guion: Alejandro Hernández y Manuel Martín Cuenca

  • Intérpretes: Javier Gutiérrez, Patricia López Arnaiz, Irene Virgüez

  • Fotografía: Marc Gómez del Moral

  • Música: Vetusta Morla

  • Nacionalidad: España

  • Duración: 122 minutos

Parece que volvamos al mundo de 'Caníbal' porque otra vez nos encontramos con seres aseados, educados, de bien, que bajo sus silencios tal vez escondan otra cosa. En el caso de aquel sastre antropófago al que daba vida Antonio de la Torre, estaba claro. Aquí la película nos tiene en vilo sobre cómo son o no son la pareja protagonista, de qué serán capaces de hacer si algo sale mal.

El planteamiento tiene garra. Javier (Gutiérrez) y Adela (Patricia López Arnaiz) no pueden tener hijos. Irene (Virgüez), una chavala de quince años que vive en el centro de acogida de menores en el que trabaja Javier, se ha quedado embarazada de un chico ahora en prisión. Una fórmula parece beneficiar a todos: Irene se fuga y es acogida en secreto por el matrimonio hasta que tenga el bebé, que se quedarán ellos y le ayudarán a ella a empezar una nueva vida.

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'La hija' se sostiene por su mezcla de rotundidad visual y ambigüedad en sus personajes, que va tejiendo una creciente inquietud. No es ajena a ella la banda sonora de Vetusta Morla (anunciando oscuridad y desembocando en una canción en los créditos finales) ni la habilidad de Martín Cuenca para ofrecer el plano exacto y con el ritmo preciso (aunque acaso cueza todo a fuego demasiado lento).

Lo que ocurre es que desde un determinado momento el espectador adivina casi todo, es consciente de la fría y esquemática construcción de los personajes, y solo le queda asistir a una inteligente película de suspense, con la desconfianza y la maternidad como temas de fondo.

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