Crítica de 'Cuando cae el otoño': Setas poco venenosas

El juguetón y cambiante realizador de 'Bajo la arena', 'En la casa' o 'Frantz' sabe contar historias y pinchar en las debilidades y grandezas humanas. Claro que la cosa le funciona mejor cuando tiene un gran guion detrás y se queda un poco a medio camino cuando, como en este caso, tiene entre las manos una historia menor y algo deslavazada.

Se atreve Ozon a hacer que la protagonista de su película sea Michelle, una abuela jubilada de provincias (una Hélène Vincent entre decidida y vulnerable), cuyos intereses son su huerto y su nieto. Con su amiga Marie-Claude (Josiane Balasko) comparte un pasado problemático (no se desvela hasta casi la hora de metraje) y la frustración por sus respectivos vástagos. «Lamento decirlo, pero en cuanto a los hijos hemos fracasado las dos».

'Cuando cae el otoño' tiene un agradable tono entre ligero y algo maligno. Estamos en un melodrama familiar con toques de intriga, humor negro y hasta fantástico con unas apariciones fantasmales. Todo resulta llevadero, pero a la vez da pena la sensación de anécdotas alargadas, que sus dardos no tengan más fuerza y el conjunto parezca algo perezoso. En todo caso, puede disfrutarse de su veneno no mortal, de sus personajes ambiguos y de su canto a las segundas oportunidades.