Crítica de 'Los destellos': En el quicio de la puerta

Pilar Palomero es una artista de las distancias cortas. Su cine busca atrapar trozos de vida en los que nos reconocemos. Lo hizo en 'Las niñas' y 'La maternal'. Lo hace ahora inspirándose en el relato de la errenteriarra Eider Rodríguez 'Bihotz handiegia'. Toca asomarse a lo complejas y contradictorias que pueden ser las relaciones humanas, más aún cuando la cercanía de la muerte parece teñirlo todo.

Frente al esquema habitual, en 'Los destellos' no hay conflicto entre antagonistas. Apenas algún roce cotidiano y en todo caso un conflicto interior, el de Isabel, la mujer que se divorció hace quince años y ahora, empujada por su hija y las circunstancias, se siente obligada a volver a incorporar a su ex en su vida, acaso implicarse en sus cuidados, puede que sentirse siempre irritada, o tal vez hasta aprender a vivir en el aquí y ahora.

La luminosa película sugiere todo con sutileza, sin palabras de más (acaso con poco contenido para los espectadores más impacientes). No hay dramatismos añadidos a una situación dura. Los protagonistas le echan a la proximidad de la parca lo que los humanos, pese a nuestras contradicciones y debilidades, podemos: entereza, aceptación, perdón, cierto humor, respirar en los últimos paseos y quedarnos 'A tu vera'.