![Crítica de 'el hombre que amaba los platos voladores': Manipulador enfermizo](https://s1.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2024/09/24/El_hombre_que_amaba_los_platos_voladores-619607795-large-kjj--1200x840@Diario%20Vasco.jpg)
![Crítica de 'el hombre que amaba los platos voladores': Manipulador enfermizo](https://s1.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2024/09/24/El_hombre_que_amaba_los_platos_voladores-619607795-large-kjj--1200x840@Diario%20Vasco.jpg)
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Es normal que en estos tiempos de 'fake news', en que por desgracia los bulos forman parte de la política y de nuestra vida, el cine se ocupe de los mentirosos. Lo hacen con mucho rigor y profundidad nuestros Moriartis en 'Marco' (fecha de estreno: ... 8 de noviembre). Y lo hace en plan más ligero y tono de comedia una de las pocas películas producidas este año en Argentina (y gracias a Netflix), 'El hombre que amaba los platos voladores'.
Dirección: Diego Lerman.
Guion: Diego Lerman, Adrián Biniez.
Ints.: Leonardo Sbaraglia, Sergio Prina.
Fotografía: Wojciech Staron.
Música: José Villalobos.
Nac.: Argentina.
Dur.: 107 m.
Estamos ante una pieza que se verá de un modo muy distinto allá y acá. Nosotros no conocemos a José de Zer, una especie de mezcla bonaerense entre Iker Jiménez y Pepe Navarro. Al otro lado del charco, el periodista televisivo es recordado como una figura en los años 80, responsable de «una propuesta audaz», introducir en los informativos reportajes indemostrables sobre «aquello con los que los espectadores fantasean». O sea, 'fake news' o telebasura, en forma del largo, intenso y delirante seguimiento que José de Zer hizo a unos supuestos avistamientos de ovnis en la provincia de Córdoba.
En su recuperación del caso, Diego Lerman toma una decisión peculiar y arriesgada: no hace sangre, no pierde tiempo en cuestionar las prácticas de mentiras y manipulación de José de Zer y su equipo. Intenta dejarlo todo en un extraño punto como de alucinación colectiva, ayudado por un tono de comedia (humor menor, sin carcajadas), el uso de grandes angulares que deforman la imagen (y acentúan su aire surrealista) y el carisma de Leonardo Sbaraglia, capaz de hacer que sintamos al mismo tiempo sorpresa, compasión, rechazo y simpatía ante un manipulador enfermizo.
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