Ser perdonados

Si a un festival de cine le pedimos riesgo, la búsqueda de lo único, 'The End' es una película cien por cien festivalera, tremendamente arriesgada. No es de fácil visionado pero a cambio provoca sensaciones nuevas. Sumerge al espectador durante casi dos horas y media en un tono único, dulciamargo, emotivo y desolado, indefinible, que puede irritar o conmover, incluso ambas cosas a la vez. En su salto del documental al cine de ficción, Joshua Oppenheimer juega fuerte con una historia de personas enrarecidas (aunque no tan distintas a nosotros). Llevan décadas encerradas en una jaula dorada, un búnker subterráneo en el que dejaron atrás un mundo apocalíptico. También a personas, desconocidas o familiares, a quienes por desconfianza no permitieron entrar en su refugio.

Oppenheimer va desvelando todo esto mediante diálogos, con la aparición de una superviviente que desequilibra todo como motor, y canciones. Una docena de temas preciosos, cantados por el elenco de actores (Tilda Swinton y Michael Shannon algo más justos de voz que el resto) entre más bien ligeros movimientos que propiamente coreografías. Las letras son del propio realizador y la música, de un compositor poco conocido, Josh Schmidt. Las canciones brillan y emocionan, mientras los diálogos, por momentos enfermizos, son más irregulares en esta punzante y melancólica pero interesante película con gente loca por ser perdonada y mantener viva la humanidad.