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Muchos aguantamos como jabatos hasta el final, pero a lo largo del pase de prensa la estampida fue considerable. Se prestaba a escapar del Principal el hecho de que lo último de Cristi Puiu esté dividido en cuatro tramos independientes, pero no sólo se escapaban ... críticos y periodistas entre capítulos, sino que cualquiera de los 160 minutos de metraje eran buenos para dimitir.

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MMXX

  • Dirección y guion: Cristi Puiu.

  • Intérpretes: Bianca Cuculici, Laurentiu Bondarenco, Otilia Panaite, Florin Tibre.

  • Fotografía: Ivan Grincenco, Silviu Stavila.

  • Música: Na Na.

  • Nacionalidad: Rumanía-Moldavia-Francia.

  • Duración: 160 minutos.

No me malinterpreten. Ver una película rumana de 160 minutos no es, per se, ninguna pesada carga. A nadie se le ocurría irse de la intensa reunión familiar de 'Sieranevada', también de Puiu, y duraba 173 minutos. El problema es que 'MMXX' da escaso contenido y mucha fatiga. El cineasta pone su cámara ante personajes que hablan en persona, a veces sin mirarse, o a través del móvil. No callan pero dicen poco. La sensación es la de asistir a parloteos en su mayor parte superficiales que nada aportan.

La presencia de mascarillas, referencias al covid y la fecha de 2020 (en números romanos, MMXX) dan cierta unidad a la obra (aunque ya quede lejos la pandemia), así como otros ligeros nexos de personajes. En realidad, tenemos una película con cuatro largos tramos que ni se complementan ni suman.

En el primero, una psicóloga inexperta hace el cuestionario inicial a una mujer nerviosa. En el segundo, el más irritante, los preparativos de una cena familiar más la noticia de que una amiga embarazada ha sido ingresada con covid dan pie a un sinfín de charlas y llamadas telefónicas histéricas. La tercera es la conversación entre dos hombres en una sala de personal de un hospital sobre las consecuencias del ligue de una noche de uno de ellos. La última se pone dramática con el interrogatorio a una prostituta tras una muerte.

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Superados los 160 minutos, uno no sale ni sabiendo más sobre la actual sociedad rumana, ni más sabio ni más humano. Probablemente, eso sí, con cierto dolor de cabeza ante un Puiu que hace lo de casi siempre pero esta vez como mecánicamente, sin inspiración ni profundidad.

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