Crítica de 'Crai nou / Blue moon'

La película se abre con la protagonista, Irina, en la cama, pero un segundo después ya está su hermana zarandeándole, gritándole histérica que le tocaba cambiar las sábanas, mientras un primo le chilla que viene su padre de viaje y la cámara al hombro sigue a Irina por los pasillos mientras riñen las hermanas, hay portazos,… A continuación llegan los títulos de crédito, sobreimpresionados sobre un caballo en un prado. ¿Creen que tendremos unos segundos de paz? Pues no, que irrumpe un familiar vociferando que no tenían que haber sacado el caballo. Y así.

Estamos en lo anecdótico, pero cierto es que la debutante Alina Grigore parece tapar con violencia verbal y, en algunos momentos, física las inconsistencias de su guion, lo que es una pesadez y acaso vaya contra una película en la que asoman, poco pero asoman, otras virtudes. Por ejemplo, el desparpajo, típico en el cine rumano, a la hora de rodar escenas corales llenas de personajes que se hablan e interrumpen. Por ejemplo, la intención de dibujar un personaje femenino no al uso pero rodeada de un machismo sí al uso.

Irina (Ioana Chitu) es una chica desgarbada, lista («no vayas de lista», le repiten los hombres), que trabaja para la empresa de su tío soportando a un primo tonto que a veces hasta le pega. No extraña que Irina quiera escapar, a estudiar en Bucarest, aunque de momento su evasión sea su iniciación sexual con un hombre casado. Pero el retrato de una familia disfuncional, e incluso la denuncia del machismo, se emborrona en esta fallida película mientras crece el protagonismo del primo agresivo y aumenta nuestra incomprensión hacia unos personajes que, en serio, ¿por qué gritan tanto?