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Premio Donostia del Zinemaldia

David Cronenberg, precursor del terror corporal

El Festival de Cine de San Sebastián reconoce la carrera de un director que ha trasladado a sus película sus obsesiones por la transformación y la descomposición del cuerpo humano

Teresa Flaño

San Sebastián

Jueves, 15 de septiembre 2022

Solo alguien como David Cronenberg puede permitirse el lujo de afirmar que «'El resplandor' no es una gran película porque Stanley Kubrick no entendía el género de terror» o que las salas de cine están muertas -asegura que no ha pisado una en décadas, ... salvo para presentar sus trabajos en los festivales- y que prefiere ver las películas en casa, aunque reniega de plataformas como Netflix, -con la que tenía un proyecto que acabó fallido-, a la que califica de conservadora. Así es este director canadiense, como su cine, inclasificable, incómodo y perturbador. Directores ahora triunfantes, léase Leo Carax o Julia Ducournau, beben de su filmografía.

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Exponente del cine denominado 'nueva carne', con sus primeras películas fue precursor del terror corporal. Su película 'cima' de ese género casi propio, 'Crash', donde los accidentes en la carretera producen la excitación de los protagonistas, acaba de cumplir 25 años y sigue tan vigente, si no más, como cuando se estrenó. Entonces, «sucia», «pornográfica», «obscena» y «subversiva» fueron algunas de las palabras que el director escuchó sobre un título indiscutiblemente revolucionario. Desde el principio de su carrera, las películas de Cronenberg han sido criticadas por su representación explícita del sexo, la sangre y la violencia.

La pasión cinéfila de David Cronenberg (Toronto, 1943) comenzó cuando de niño, al terminar de ver una película de aventuras, comprobó que en el cine de enfrente los espectadores salían con lágrimas en los ojos después de ver 'La Strada', de Federico Fellini. Eso le hizo entender que «el cine podía ser arte y no solo diversión».

Marcado por la muerte de su padre, que era escritor, tras padecer una larga y extraña enfermedad degenerativa, en su filmografía ha plasmado una constante inquietud por la transformación y descomposición del cuerpo humano. Enfermedad y desastre están muy presentes en su obra.

Inicios experimentales

En sus inicios experimentales, con filmes como 'Stereo' o 'Crimes of the Future' (1970), que lleva el mismo título que su último trabajo, David Cronenberg ya se planteaba el 'horror corporal', donde exploraba los miedos humanos ante la transformación del cuerpo y la infección, mezclando el aspecto psicológico y la ciencia-ficción.

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La experimentación científica está muy presente en esa primera etapa con 'Vinieron de dentro de...' (1975), 'Rabia' (1977) o 'Cromosoma 3'. 'Videodrome' (1983) marcó un camino sobre las adicciones al mundo virtual, y el favor del público se lo llevó con el remake de 'La mosca»', (1986), donde un científico es alterado por su propio experimento, algo similar a lo que sucede en 'Inseparables' (1988), con un Jeremy Irons desdoblado en dos atormentados gemelos ginecólogos.

Después rodó 'M. Butterfly' (1993), 'Crash' (1996), 'eXistenZ' (1999) y 'Spider' (2002), sobre la enfermedad mental. A pesar de mostrar un mundo tan personal, muchas de sus películas son adaptaciones de novelas como también lo fueron 'La zona muerta' (1983) o 'El almuerzo desnudo' (1991).

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A continuación entró en una época más filosófica y emocional donde analiza algunos de los males de la sociedad contemporánea, con las películas en las que ha contado con mayor presupuesto: 'Una historia de violencia' (2005), 'Promesas del Este', (2007), -que inauguró la Sección Oficial a concurso de esa edición y la única ocasión en la que el canadiense ha visitado San Sebastián- y 'Un método peligroso' (2011). En estas tres películas contó con la participación de Viggo Mortensen que también es el protagonista de 'Crimes of the Future', la película que se presentó en la pasada edición del Festival de Cannes y en donde vuelve a sus obsesiones iniciales. En ella retrata a una pareja de artistas de performance en un futuro cercano en el que el dolor físico ha desaparecido y los plásticos invaden el cuerpo humano. Cerca de ocho años le ha costado levantar el proyecto de la película que se presentará después de que reciba el Premio Donostia el próximo miércoles.

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«Los artistas estamos en lucha constante para mantener nuestro derecho a la libertad de expresión y debemos seguir firmes en esta postura contra la censura», afirma el director canadiense, Premio Donostia en este Zinemaldia 2022.

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