Viernes, 24 de septiembre 2021, 02:00
Afinales de abril, Alejandro Amenábar rodaba en Pasaia las escenas de su primera serie que transcurren a comienzos del siglo XIX dentro de la fragata 'La Fortuna', que da nombre al proyecto de seis capítulos que en breve estrenará Movistar. «Era el único lugar de ... toda España donde no llovía», recuerda ahora. Cinco meses después presenta este trabajo en el marco del Zinemaldia. Concretamente esta mañana se pasa completa en el Kursaal.
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– 'La Fortuna' es una serie de aventuras. ¿Es lo que necesitamos ahora, evadirnos tras este año y medio de pandemia que nos ha llevado a todos a estar más tensos y enfadados?
– Cuando me interesé por el proyecto cuando leí el cómic, lo que respiraba por todos los lados era aventura, me apetecía hacer algo muy lúdico. Pero cuando llegó la pandemia y decidimos lanzarnos a la calle a rodar casi se convirtió en una razón de ser. Me daba cuenta de que me apetecía que la gente pasara un buen rato porque la verdad es que corren muy malos tiempos.
FORMATO«
– ¿Después de una película tan radicalmente opuesta a 'La Fortuna' y tan seria como 'Mientras dure la guerra' ha sido una forma de relajarse, casi de jugar?
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– Generalmente entre una película y otra suelo cambiar de rumbo. Después de la responsabilidad y el peso que sentía con 'Mientras dure la guerra' tenía ganas de hacer algo más lúdico.
– ¿Cómo llegó a este proyecto?
– A mis manos había llegado el cómic 'El tesoro del cisne negro' de Paco Roca, basado en el tesoro de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, hundida por los ingleses. En 2007, un buque cazatesoros, el 'Odissey' estadounidense, encontró y se apropió de esa fortuna submarina. Ahí comenzó un litigio entre el gobierno español y la empresa. Lo leí como un aficionado. Me gustó mucho y vi que ahí había un proyecto audiovisual. Llamé a mi productor, Fernando Rovaira, y le dije que estaba interesado en hacerlo. Nos pusimos a ello y Movistar me dio toda la libertad para que decidiera qué formato era el más adecuado. Nos dimos cuenta de que encajaba en una miniserie, lo que a Movistar le pareció perfecto. Ahora todas las plataformas lo que quieren son series.
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PRIMERA SERIE
– Además de aventuras, la historia tiene más capas, como la reivindicación del patrimonio y de la cultura en general. ¿Qué es lo que le atrajo?
– Es una serie de aventuras de despacho. Salvo en algunos momentos no hay una acción trepidante. La definiría como una especie de Tintín de despacho. La aventura es emocional porque el protagonista tiene mucho que descubrir al principio de la historia. Retrata el mundo de la burocracia, habla de nuestra realidad, la realidad latina. Vi la posibilidad de desarrollar un poco más lo que es el mundo americano y hablar de su realidad. Tenía muchas posibilidades.
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– Es su primera serie. ¿Ahora los directores de cine se tienen que resignar y aceptar que hay que hacer televisión?
– Nunca he sido un detractor de las series ni las veo como el anticristo. También es verdad que no he sido un forofo. Si es una experiencia como esta, en la que cuento con un gran grado de libertad y puedo dedicarle el tiempo y cariño como el que había dedicado a mi película anterior, para mí es perfecto este formato.
CULTURA
– ¿Pero habrá tenido que cambiar por lo menos la manera de escribir el guion porque una serie requiere un final en tensión para cada capítulo, en este caso seis?
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– El tiempo interno es diferente. Obviamente en una serie se alarga más porque es una película de cinco o seis horas. Pero mi aproximación concreta a una secuencia o a una situación es exactamente igual a cuando hago una película. Intento que el público se meta cuanto antes, que la secuencia sea lo más expresiva posible. En este sentido mi manera de rodar ha sido igual que si hiciera una película.
– Hay una reivindicación muy directa de un mayor apoyo de los políticos a la cultura. ¿Cree que se van a dar por aludidos?
– Es muy propio de nosotros quejarnos y muchas veces con razón. En la serie se habla mucho de la cultura y la ponemos en valor. Está bien reivindicarla. Los representantes de la cultura tenemos que comentar y cuestionar la sociedad en la que vivimos y esto entra en confrontación con otros sectores y una película o un libro se ven inmersos en el ojo del huracán.
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– ¿Que piensa que van a pensar los funcionarios cuando vean la serie porque salvo excepciones no salen muy bien parados?
– Hombre, espero que les guste. Hay de todo, pero se hace una homenaje al funcionariado. Siempre tendemos a identificarnos con el héroe, aunque sea mezquino. En este caso yo me identifico mucho con el protagonista. Mucha gente querrá ser tan animoso y tan apasionado como pueden ser Álex Ventura y Lucía, los personajes principales.
25 AÑOS DE 'TESIS'
– ¿Ahora tendrá un equipo que le resuelve los problemas, pero a lo largo de su carrera se ha dado contra la pared de la burocracia?
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– Con la mala praxis nos hemos encontrado todos, pero sobre todo me he encontrado en una situación muy parecida a la del protagonista. Por eso me ha resultado tan fácil empatizar con él al leer el cómic. Muy joven sentí que tenía una responsabilidad enorme, sin acabar la carrera ya estaba dirigiendo una película. Pronto me encontré alternando con el mundo de Hollywood porque tenía que hacer campañas de promoción o tenía que ir a reuniones que te podían llevar al mismísimo Harvey Weinstein. A veces me he sentido alienado en ese mundo y eso también le pasa al protagonista, una sensación de David contra Goliath.
– Precisamente ahora se van a cumplir 25 años de esa primera película 'Tesis'. ¿Alejandro Amenábar ha cambiado mucho?
– Creo que razonablemente soy la misma persona, aunque he aprendido muchas cosas. Quiero pensar que conservo lo bueno que tenía en aquel momento que es que miraba este mundo del cine con bastante naturalidad y con algo de pudor. A veces me encontraba embarcado en mis propias aventuras y recuerdo el apuro que me daban, por ejemplo, las ruedas de prensa. Había cierta inocencia y desde luego mucha pasión por mi trabajo. No me gustaría perder esa sensación de meterme con ganas en la aventura de hacer una película o una serie. Nunca me he metido en un proyecto porque tenía que pagar al mes siguiente una factura sino porque me apasionaba.
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