La directora Maru Solores (Donostia, 1968) vuelve a Zinemira, nueve años después de 'Camera Obscura', con el documental 'Aztarnak-Huellas', en el que a partir de la pregunta de qué queda en nosotros de nuestras vivencias pre y postnacimiento, cuestiona las actuales formas de crianza ... y explora otras posibilidades. «El mayor reto ha sido conseguir producción. EITB y el Gobierno Vasco no quisieron entrar, pero sí hemos estado en el programa Meta! y con otras ayudas de la Diputación y de Fundación Kutxa».
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– La mujer lleva miles y miles de años dando a luz. ¿Hay algo nuevo que contar sobre la maternidad?
– Lo mismo que sobre la muerte o el amor. No lo veo tanto un documental sobre la maternidad como sobre la importancia de los primeros años de la vida o la vida intrauterina y la huella que nos deja, aunque no la recordemos.
– Se dice que el ser humano está ya hecho a los cuatro años.
– A cierto nivel. Luego queda la infancia, la adolescencia y pienso que durante toda la vida evolucionamos, no hay que darse por vencido.
– Hace falta ser audaz para comenzar la película con unas imágenes marinas, símil del nacimiento y que parecen el líquido amniótico.
– En su momento, me planteé filmar un parto real, pero preferí jugar con algo más metafórico y sutil. Se trataba de hacerlo desde el punto de vista del bebé y como no sabemos cómo lo percibimos, fue una licencia poética.
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– ¿Por qué nacemos en llantos?
– Me pregunto si siempre ha de ser así y lo es. En realidad, no lo es, pero se nos ha vendido esa idea en las películas. En realidad, lo ocurre es que el cordón umbilical se corta muy pronto. Sería más recomendable para el bebe dejarlo un rato y cortarlo cuando ha dejado de pasar la sangre.
– Comenta una entrevistada que la mujer ha sido sometida a una violencia ostétrica en los últimos cuarenta o cincuenta años.
– Se ha empezado a hablar de esa violencia desde que han medicalizado tanto los partos. Hay intervenciones que se hacen por protocolo y que no siempre serían necesarias. Sí son violentas para la mujer en esa situación tan delicada y en la que todo debería ser más respetuoso. Lo suyo sería dar un espacio con más intimidad, pero para eso habría que cambiar de mentalidad.
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– Pero cada mujer elige dónde y cómo da a luz.
– Efectivamente, pero como nos han desempoderado como madres y seres humanos, parece que hay que ir al hospital, como si fuera una enfermedad, cuando en realidad es un proceso natural que si uno lo entiende desde el principo así, no sería necesario en todos los casos ir al hospital.
– 'Lo natural' esconde con frecuencia atrocidades.
– No se trata de imponérselo a nadie, creemos que el hospital es lo más seguro y la mujer ha de sentirse segura a la hora de parir. Pero también es verdad que los hospitales están creando otro tipo de entornos para el parto menos invasivos, donde pueda haber una intimidad.
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– Pero cuando se daba a luz en casa, la mortalidad tanto del bebé como la madre era mucho mayor.
– Hay países como Holanda, en la que el 40% de los partos son en casa y no hay más mortalidad. Sí es verdad que antes en general había más mortalidad.
– En esta nostalgia del pasado, ¿hay un punto reaccionario?
– No me parece nostalgia del pasado, creo que vamos hacia eso. El parto es un acto sexual y como tal, necesita una intimidad porque si no, nos bloqueamos.
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– ¿En qué sentido es un acto sexual?
– Es un acto fisiológico y para algunas mujeres, también una especie de acto sexual en el que se pone en marcha el proceso... Incluso algunas mujeres sí que lo pueden llegar a disfrutar.
– En la película se plantea si el feminismo ha caído en la 'trampa laboral' de los permisos por maternidad.
– Dentro del feminismo, ha habido debate. En un primer momento pensó que hemos luchado por incorporarnos al mundo laboral y ahora no queremos estar en casa con el niño, pero nos estamos dando cuenta de que esa faceta de la maternidad, que tenemos derecho a disfrutar, tampoco le interesa al sistema, que prefiere que volvamos cuanto antes a la fábrica a producir. Hay una generación más joven de feministas que reivindica que haya la opción de dedicarse a la maternidad, sin miedo a perder el trabajo a la vuelta.
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– ¿Somos una sociedad mentalmente enferma? ¿Hay alguna que no?
– Pienso que un poco sí porque si no, sería una sociedad más solidaria, menos violenta y con menos adicciones.
– Igual todo eso forma parte del ser humano desde que camina sobre dos piernas...
– No sé si son inherentes.
– ¿Ha habido alguna época mejor que ésta para ser madre, padre o hijo?
– No lo sabemos. Ahora, más que de lo matriarcal se habla de lo matrilineal y sí que había sociedades menos competitivas, más orientadas hacia los valores femeninos.
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– ¿Usted cree?
– No hay tantos registros, pero con el Neolítico se pusieron en marcha sociedades más patriarcales. Se supone que ha habido otras sociedad más favorables, pero no lo sabemos a ciencia cierta.
– ¿Le hubiera gustado vivir en otra época? Y en caso afirmativo, ¿en cuál?
– De las que conocemos, no. Aunque estemos en un sistema de dominación de unos sobre otros, pero por lo menos ahora nos estamos concienciando sobre lo que hay.
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