Isabel Herguera, artista y directora de cine
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Isabel Herguera, artista y directora de cine
«Hay un sentimiento común a todas las mujeres: la necesidad de sentirse a salvo»Con una larga trayectoria artística a sus espaldas, Isabel Herguera (Donostia, 1961) debuta con 'El sueño de la sultana' en el largometraje de animación y lo hace a lo grande: en la Sección Oficial del Zinemaldia. A partir de un relato de ciencia-ficción feminista ... escrito por Begum Rokeya Hussein en 1905, la película narra el viaje iniciático que la protagonista emprende por la India en busca de Ladyland, la utópica tierra de las mujeres. La cinta llega acompañada de una exposición en Tabakalera en torno a la propia película y otra en la galería Arteko sobre el trabajo anterior de Herguera.
– ¿Por qué se ha dilatado tanto el proceso de realización de un filme del que llevamos tanto tiempo oyendo hablar?
– Por muchas razones. Primero, no sabíamos cómo darle forma. Empezamos con los talleres que estábamos haciendo en la India con mujeres para ver la relevancia actual de la historia. Conforme avanzábamos, aquella idea inicial había que transformarla y fue a partir de 2016 cuando nos pusimos con el guion y su desarrollo. Un mes antes de la pandemia en 2020, dimos de alta la producción. Y además, es una película muy artesanal. Yo vengo de los cortos y acostumbrada a tener control absoluto sobre cada cuadro, quería mantenerlo para que la película tuviera una atmósfera pictórica a lo largo de todo el metraje. Eso requiere tiempo porque si aceleras el proceso entras dentro de un proceso industrial, pero pierde el carácter artesanal.
– ¿Y le costó dar con el tono adecuado de la narración?
– Sí, porque la parte de los recortables, en la que se cuenta la vida de Begum Rokeya Hussein, y la de la acuarela surgieron progresivamente. Además, tuvimos que aprender las formas de la industria. Y la parte más difícil y la más cara fue la tradicional de animación 2D porque es la que requiere más procesos. Durante una residencia en Tabakalera hicimos todos los fondos para que tuviéramos la sensación de entrábamos en una pintura. Esto nos permitía ahorrarnos parte de la animación al no basarnos tanto en la actuación de los personajes sino en la atmósfera general.
– ¿Es un trabajo muy colectivo, no?
– Lo es porque todo el mundo ha puesto su talento y todos han aportado. Además, yo no estaba acostumbrada a un procedimiento industrial del largometraje en el que todo debe quedar muy cerrado y atado antes de empezar, mientras que en los cortos puedes dejarlo más abierto. Para mí es importante dejar algunas cosas sin cerrar para mantenerme yo misma alerta.
– ¿Siente presión por participar en la Sección Oficial?
– Sí, claro. Emocionalmente es muy fuerte, no por ser Sección Oficial, sino porque es Donostia, es mi casa, mi barrio, mi familia y la gente con la que he crecido. Estrenar en casa es mucho más exigente que en cualquier otro sitio desde el punto de vista emocional.
– Parece que éste es el año de la animación en el Zinemaldia...
– Sí. Se inaugura con la de Miyazaki, están la de Fernando Trueba y en parte la de Fermin Muguruza... Hay mucha presencia de la animación. Lo considero una declaración de intenciones del Festival de apoyar la animación, lo cual se agradece mucho.
– ¿Cree que este hecho hace que la película compita en desventaja?
– Ni idea. Yo sé que la gente va a la animación con la sospecha de que es una película para niños. Es cierto que en este género la imagen es abstracta y no te remite inmediatamente a algo reconocible, por lo tanto requiere mayor esfuerzo el visionado. Así que habrá gente lo disfrute más y otra, que no se enganchará porque estará esperando otra cosa.
–Lo que sí le permite la animación es ser la dueña absoluta de cuanto aparece en cada rincón de la pantalla.
– Exactamente. Eso también forma parte del grandísimo placer de hacer la película. Ser dueña y señora de tu propio universo, así que hacer la película es muy gratificante.
– Desde que en 2011 concibió la película hasta ahora, que la estrena, las reivindicaciones feministas han pasado a ocupar el centro de la agenda.
– No es que en 2016 no existieran, sino que no éramos conscientes y las dejábamos pasar. En este momento, esas cuestiones están aflorando más y las mujeres somos más capaces de decir abiertamente aquello que habíamos asumido por tradición y cultura. Sí, la película ha llegado en su momento justo.
– ¿Somos conscientes de la situación de la mujer en otras partes del mundo, como pueda ser en este caso la India?
– No nos hacemos mucha idea porque es muy contradictorio y en la India existe de todo. Lo que sí hay es un hilo común a todas las mujeres estén donde estén y es la necesidad de sentirse a salvo. Esto es un sentimiento común a todas las mujeres del mundo, en Noruega o en el último pueblecito de la India.
– ¿Cuál es el mensaje de 'El sueño de la sultana'?
– Son varios. Por un lado, que es necesario y fundamental soñar para avanzar y por otro, es una concienciación sobre la condición de la mujeres, a varios niveles y en muchos detalles. Mi viaje a través de estos años también ha sido un reconocimiento en aquellas cosas que había dejado pasar porque así me habían educado.
– ¿Tiene la película estructura de pieza musical? Se repite la partitura de distintas formas.
– Exactamente. También porque la imagen y la palabra crecieron paralelamente. No es una película basada en un guion escrito, ni es un guion basado en una imágenes, sino que las dos cosas fueron alimentándose la una de la otra.
– ¿Hay un afán didáctico en la película?
– No es que fuera la intención inicial, pero ¿por qué no? Es posible.
– ¿Se ha quedado con ganas de repetir o ha acabado harta de todo el proceso?
– Ahora mismo, a tres semanas de haber terminado, no me planteo nada. Me planteo hacer cosas, pero muy diferentes. Otro largo es demasiada vida, es un viaje muy duro y fuerte. Ahora necesito respirar. Al empezar una película tienes que empujar mucho, por lo tanto, tienes que tener algún tipo de ambición, algo que en las mujeres ha estado mal visto.
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