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Ruben Östlund: «Exagerar los miedos conduce a la paranoia»

Ruben Östlund: «Exagerar los miedos conduce a la paranoia»

Ruben Östlund, director de cine ·

El cineasta sueco presenta la Palma de Oro de Cannes

JUAN G. ANDRÉS

Domingo, 24 de septiembre 2017, 10:07

Tras su aclamada 'Fuerza mayor' (2014), el director al que Tabakalera dedicó un ciclo hace dos años, venció en Cannes con 'The Square', una sátira sobre la impostura reinante en buena parte del arte contemporáneo.

- ¿Está de acuerdo con esa lectura?

- Es curioso pero cuando criticas una obra de arte contemporánea siempre te acusan de ser populista o de extrema derecha. En la película aparece una instalación artística creada a partir de montículos de arena diseminados por una sala. Es lo que es, y si un artista presenta cosas que en un momento dado pueden resultar ridículas, debería estar preparado para que la gente las critique o incluso se ría de ellas. Es parte del juego.

- ¿Cómo ve el papel de los museos en el siglo XXI?

- Uno de los problemas de los museos es que no tienen conexión con lo que suecede fuera de sus paredes, están totalmente desconectados. Su principal tarea debería ser mostrar los temas sociales y políticos que ocurren en el exterior, pero al final, sólo exhiben piezas que tienen un valor económico en un determinado mercado. Es algo que se repite en todas partes y que he visto en todo el mundo cuando me documentaba para la pelicula: junto a obras de Warhol o Giacometti ponen instalaciones como la que comentaba antes o frases en letreros de neón -en el filme aparece uno con la leyenda «No tienes nada»-. Es estúpido.

- El otro tema de la película, muy presente en su filmografía, es el miedo al otro...

- Confiar en la sociedad es un valor importante para la calidad de vida y en Suecia, esa confianza ha sido siempre estadísticamente alta, aunque es algo que hay que trabajarlo diariamente igual que un jardinero cuida de sus flores. Creo también que esa confianza se transmite de padres a hijos, de generación en generación, y si ellos te dicen que puedes confiar en la gente, normalmente tú sueles sentirlo así también. No tengo un punto de vista negativo sobre la gente en general, pero es verdad que la Europa actual está bajo la influencia de diferentes tipos de fuerzas que pueden influir en la percepción de esa confianza. Eso hace que sea fácil exagerar ciertos miedos que no son reales y no deberíamos exagerar esos conflictos porque eso lleva a la paranoia.

- ¿Cree que la tolerancia mal entendida es un síntoma de debilidad social?

- No, la tolerancia es buena. Cuando Pedro Almodóvar vio la película en Cannes me dijo que mostraba el infierno de la corrección política, pero no estoy de acuerdo y pienso que esa corrección no es necesariamente mala. De hecho, me parece necesario que exista en la sociedad.

- Pero está llevando a que la libertad de expresión se vea cada vez más cercenada, como también se ve en la película...

- En la película hay un gabinete de marketing que busca el impacto para vender un proyecto humanístico que ellos presentan de modo inhumano. Y les funciona. Es una trampa en la que caen muchos medios, que buscan el sensacionalismo para llamar la aatención. En Suecia hay una fuerza política, el Partido Pirata, que se quejaba de falta de atención y se declaró partidario de legalizar la marihuana para que les hicieran caso. Para recibir atención, crean un conflicto.

- Una de sus mayores virtudes como cineasta es la capacidad de incomodar al espectador, como en la tremenda secuencia de la performance del hombre-mono...

- Me encantan esas situaciones en las que alguien se comporta de modo extraño y eso provoca que la gente se sienta incomoda. Me interesan esos momentos en los que se rompen las convenciones sociales, cuando se quiebra el contrato social que dicta el modo en que supuestamente deberíamos comportarnos. En la secuencia del hombre-mono quería mostrar esa cena de gala perfecta, con todos los invitados vestidos de smoking escandalizados por lo que sucede de repente. Además, me hacía gracia proyectarla en Cannes ante un público elegante, vestido también de smoking, que tal vez se vería reflejado en la pantalla. (Risas)

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