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ALBERTO MOYANO
Sábado, 29 de septiembre 2018, 10:16
No se lo puso fácil a sí misma la actriz sueca Tuva Novotny para su debut como realizadora: 'Blind Spot' ('Ángulo ciego'), una producción noruega que relata en tiempo real el intento de suicidio de una adolescente con una vida en apariencia sosegada, rodada de un tirón en sus 98 minutos de metraje. De hecho, la película se rodó sin interrupción y con dos cámaras en tres ocasiones. Y la versión finalmente seleccionada fue la tercera.
La directora de la película que ayer clausuró la competición en la Sección Oficial en esta 66 edición del Zinemaldia aseguró que frente a la enfermedad mental, «hay que ser muy director, abierto y recto. Si alguien parece no sentirse bien, hay que preguntarle: '¿Estás deprimido?' ¿Tienes ganas de suicidarte?' Todos podemos preguntar al otro 'cómo te encuentras, de verdad'. Cuando explota la burbuja te sientes menos solo porque lo peor es que te aíslas».
Tuva Novotny, que compareció en la rueda de prensa junto a su actriz protagonista, Pia Tjelta, y el director de fotografía, Jonas Alarik, explicó que para la realización del filme había hablado con numerosos expertos. «Y nos contaron que muchas personas próximas (a gente que se ha suicidado o intentado suicidar) no se lo veían venir. Y yo quería examinar por qué no lo vieron venir, cuáles son las señales». De ahí, el 'ángulo ciego' al que hace referencia el título, un ángulo encarnado por «una joven que parecía feliz, con una vida normal y amigos en la escuela». Así las cosas, dictaminó Novotny, tenemos que buscar otros signos porque la enfermedad mental no es una, sino muchas».
Aseguró también que «vivimos con el concepto de la felicidad permanentemente en nuestras vidas, por eso no hablamos de lo que nos hace infelices. No sé si llamar a todo enfermedad mental, no sabemos si ocurre en todos los casos, pero sin duda es un estado de la sociedad, entrenada para contemplar la felicidad y la frustración de no tenerla». Y añadió: «Hay una generación de jóvenes que se han criado para ser más rápidos, más listos y mejores que los demás, pero hay muchos que deambulamos por el mundo con muchos problemas y sin capacidad para poder comunicarlos»
Reconoció la actriz sueca metida a directora que «no me di cuenta de lo que iba a ser un gran desafío, pero quería rodar esta historia. Sólo al acabar me di cuenta de que no había sido tan fácil». Y es que la cámara persigue sin interrupción a los personajes por la escuela, las calles, el hogar, las ambulancias y el hospital. Allí, trabajaron mano a mano los actores profesionales con el personal sanitario de médicos, paramédicos y enfermeras, que se limitaron «a hacer y a decir lo que hacen y dicen cada día».
Sobre la arriesgada apuesta de prescindir del montaje, señaló que es una «herramienta muy invasiva, muy fuerte» y el tema «necesitaba mucho cuidado» porque «no queríamos dramatizar ni la enfermedad mental ni el suicidio. Queríamos ser una mosca en la pared». El filme concluye con un mensaje nítido, el que transmite la escena en la que el hijo menor pide dormir en la cama de la madre: «y ese es también mi mensaje: que podemos contar unos con los otros».
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