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El papel, ya sepia, resulta fascinante. 14 de junio de 1962: en la última de El Diario Vasco nuestro compañero José Luis Torres Murillo entrevista en el viejo hotel María Cristina a un Jean Luc Godard ya «vestido» de Godard. «Despeinado, con gafas oscuras, aparentemente ... huraño, reconcentrado, sonriendo por una esquina de los labios... Habla muy bajo, como entre dientes», escribe Torres. Godard advierte al periodista: «No creo que tenga interés una entrevista conmigo: solo vengo a acompañar a mi mujer». Su mujer es entonces la actriz danesa Anna Karinna, que venía a presentar 'Le soleil dans l'oeil' de Jacques Bourdon.
Godard dice en la entrevista que «ya ni yo mismo entiendo 'A bout de souffle'», la película que le encumbró como uno de los grandes de la 'nouvelle vague'. Tambien hablaría con otros periodistas, como Alonso Ibarrola, como atestiguan las imágenes. A Godard no le gustaban demasiado los festivales, y es famosa su imagen 'colgado' de un telón en 1968 en Cannes cuando con sus jóvenes compañeros quisieron parar la muestra en solidaridad con la rebeldía de París.
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Ha habido un hilo continuo entre Godard y el Zinemaldia: han llegado sus películas y su nombre siempre planeó en las entrevistas con los talentos llegados de Francia, de Truffaut a Tavernier. Nadie dudó de su genio a la hora de agitar el séptimo arte, pero siempre se habló también de su complicado carácter.
La última 'aparición' de Godard fue por ausencia. En 2017 la cineasta Agnès Varda, compañera de generación, viuda de Jacques Demy, otro cineasta de aquella cuadrilla, recibió el Premio Donostia y presentó en el Victoria Eugenia 'Visages et Villages', un documental rodado a cuatro manos con el artista JR. Al final de esa película (ojo, spoiler) los dos se acercan a la casa de Godard con la idea de saludarle e implicarle en la historia, pero el cineasta les evita. Es el 'malo' que hace llorar a la apacible Agnès, la realizadora humana que fallecería dos años después.
El Zinemaldia intentó muchas veces que Godard volviera. «Hacer cine es buscar la verdad, como escribir un libro de filosofía», dijo a Torres Murillo. Las viejas fotos del director en Donostia son como una película de Godard, pero con él de protagonista.
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