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Llegó al María Cristina pasadas las diez de la noche, después de varias maniobras de distracción para evitar que sus fans superaran las estrictas medidas de seguridad. Varias decenas de seguidores se había acercado hasta las innmediaciones del hotel, pese la lluvia, con esperanza de ver al actor, pero la Ertzaintza les alejó cumpliendo el protocolo 'antivirus' que impide la concentración de personas. Johnny Depp bajó del coche con mascarilla y se la quitó para saludar a las cámaras, parapetado tras sus gafas de sol, bajo una rotunda gorra y sonriente.
En condiciones normales Depp habría encontrado un recibimiento multitudinario. En este año de pandemias y distancias llegó casi clandestinamente. Y gracias a que ya se encontraba en Europa (Londres, según parece) y el viaje era así viable. La 'nueva normalidad' trae también un 'nuevo glamour'. Johnny Depp es una de las grandes estrellas de Hollywood, un actor que sale en las listas de los más ricos y de los más guapos alternativamente. Pero viene a Donostia en su faceta de productor, y además de filmes tan especiales como el que Julien Temple dedica al líder de The Pogues que hoy se estrena en el Kursaal.
Depp conoce ya San Sebastián y el Zinemaldia. En 1998 se presentó casi 'escondido' por el añorado Diego Galán, y paseó por lo Viejo entre el anonimato y los fans que se preguntaban si ese tipo era quien parecía que era.
Lo mismo le pasa estos días a la gran Gina Gershon, tan seductora en la película de Allen. La actriz, una de los pocos norteamericanos que se acercarán hasta Donostia en esta edición, se quedó encantada al descubrir que la mascarilla es aquí obligatoria. El viernes cumplió profesionalmente todos sus compromisos y en los ratos libres ha vuelto a perderse por esta ciudad que tan bien conoció durante el rodaje. Paseó por la Parte Vieja y colgó en Instagram una imagen junto a la estatua del gran Vicente Zaragüeta, en el Aquarium, los dos con su mascarilla.
El 'glamour' cercano suple al lejano. Un desembarco de cine español calentó la tarde antes de la llegada de Depp. El equipo de 'El verano que vivimos', la película que se estrena esta noche en el Victoria Eugenia en homenaje a los sanitarios, aterrizó en el Festival en pequeños grupos. Blanca Suárez, Javier Rey, María Pedraza, Pablo Molinero, Guiomar Puerta, el director Carlos Sedes y el músico Alejandro Sanz fueron desfilando ante las cámaras. Sanz es el autor de la canción de este filme en el que una joven periodista destinada a la sección de esquelas en un periódico gallego acaba descubriendo toda una historia de amor. Sanz llegó con su pareja, Rachel Valdés, y los dos salen mucho en la prensa de verdad, pero en páginas más amables.
También Nerea Barros, que llega con 'La isla de las mentiras', y Bárbara Lennie, presente con 'Hermanas', pusieron salsa a un sábado marcado por unos chaparrones tan intensos como los que caen en la serie 'Patria'.
Hay movimiento, sí, incluso para quienen tienen que andar con muletas. Las 'brujas vascas' de 'Akelarre', el filme del argentino Pablo Agüero, protagonizaron el photocall más divertido en las terrazas del Kursaal. Pero la protagonista, Amaia Aberasturi, llegó con muletas. Está lesionada en una pierna por un percance al montar a caballo. «Me encantan las actividades en la naturaleza», parecía disculparse. Sus 'compas' de reparto se movían por el María Cristina cantando himnos 'maléficos'. «Llamaban brujas a las mujeres que querían ser libres», dice Aberasturi.
Por el hotel, más animado ayer que la víspera, se dejaban oír también los actores y actrices de 'Patria'. La serie ha conmovido a los propios actores, que ayer desvelaban los emocionantes momentos del rodaje. Elena Irureta llegó a las lágrimas al recordar la secuencia en la que el personaje del 'Txato' es asesinado. Y Jose Ramon Soroiz, que encarna ese papel, contó cómo después del 'corten' los técnicos también se echaron a llorar. El reparto de 'Patria', tan grande, se ve desde lejos estos días por el Festival. El viernes el pase completo de la serie empezó en el Victoria Eugenia a las cuatro y acabó con ovaciones a la una de la madrugada con todo el equipo artístico. En vez de 'troupe Almodóvar' tenemos 'cuadrilla Gabilondo', menos colorista pero muy auténtica.
Para auténtica, Isabel Coixet y su discurso huracanado en Tabakalera al recibir el Premio Nacional de Cinematografía. La entrega de ese galardón termina cada año en un cóctel donde el 'todo' cine español se cuenta las mejores maldades. La pandemia tanbién jugó ayer una mala pasada... completada por un ministro, Rodríguez Uribes, que no es la alegría de la huerta.
En Tabakalera se suceden las proyecciones de Zabaltegi y anoche con estreno de lujo: 'Un efecto óptico', el experimento de Juan Cavestany, con Pepón Nieto y Carmen Machi como protagonistas, una ciencia ficción en la que Burgos parece Nueva York. Seguro que a Depp le encanta...
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