Borrar
Las diez noticias clave de la jornada

Benjamin Naishtat es un verdadero tensor de los tiempos, los gestos y los puntos de vista. Crea magnetismo con situaciones que siempre toman derroteros inesperados y apuntan una intriga para el siguiente juego de atractivo desconcierto. El componente simbólico se le supone desde el primer momento, con ese prólogo en el que diversas personas, cada una por su cuenta y con su rumbo, van sacando objetos de una casa que parece abandonada. Luego una secuencia que ocurre en el interior de un restaurante pero que podría pertenecer a un western con insolación, pone el punto de humor incómodo: una discusión por ocupar una mesa en tono hiperealista presenta a los personajes que iniciarían una trama criminal si no fuera porque Benjamín Naishtat, crecido en Cine en Construción con 'Historia del miedo' y que le distingue como un cineasta realmente singular, no está dispuesto a adaptarse a ningún género formalizado, por mucho que le encante asomarse a algunos de ellos.

El problema es que 'Rojo' va acumulando promesas e intuciones, pero dejando cabos sueltos, cables desconectados. Pistas que nos sitúan en la Argentina de 1975, previa al golpe, tiempo de desapariciones, confusión, corrupción y perversión, que se intuye entre el abundante recurso metafórico: el eclipse de sol que anuncia la llegada de la oscuridad, la mujer a la que nunca le apetece tomar nada pero pide una taza de agua para adaptarse al entorno, alguna sombra nazi, las amenazas irónicas, el investigador disparatado y el abogado que deja un herido en el desierto. Fascinante en su filmación y su chocante ironía y un poco desesperante en su cripticismo, uno no sabe a qué carta quedarse.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco Se hace oscuro