Justine Triet, directora de 'Anatomie d'une chute', en el Zinemaldia. PABLO GÓMEZ

Zinemaldia 2023

De pronto se escucha a 50 Cent con Snoop Dogg y el filme comienza

'Anatomie d'une chute', Oro en Cannes, presentada en Perlak y de pronto estreno en salas, tiene un arranque a analizar en las escuelas de cine

Begoña del Teso

San Sebastián

Jueves, 28 de septiembre 2023, 02:00

Una pelota cae escaleras abajo. Hasta el suelo. Un perro, un border collie filmado por la cámara a su misma altura, baja tras ella. La coge con los dientes y mira a alguien que está fuera de campo. Se vuelve y sube de nuevo las ... escaleras. Al poco vemos a un chaval que empieza a bañar al perro, llamado 'Snoop'. Pasarán 48 segundos exactamente antes de que veamos a la protagonista del fortísimo e inteligentísimo filme de Justine Triet. Es la actriz Sandra Hüller. Ajá, ella, la esposa del comandante de Auschwitz en 'La zona de interés'. Escritora, traductora, una muchacha llamada Zoe la está entrevistando. O al menos charlando con ella No sabemos si la chica es periodista, universitaria o admiradora. La conversación, relajada, fluida, surge en plano/contraplano tras desechar la directora otra planificación más general. Según Triet no funcionaba de otra forma; ni con una cámara ni con dos. Necesitaba algo más orgánico. Importaba tanto la charla como la manera de meternos en ella.

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En un momento dado empieza a sonar la música. Es 'P.I.M.P', de dos clásicos modernos del rap, 50 Cent y Snoop Dogg. El border collie (según la directora puede ser o el fantasma del hombre cuya caída será diseccionada en un tribunal, tal que en una autopsia, o los ojos del chaval, de Daniel, que padece cierta disfunción visual...), aún en el barreño, se da cuenta, levanta la cabeza. La música suena cada vez más y más y más fuerte. No es que esté demasiado alta. Es que está muy, muy muy fuerte. Tanto que, a pesar de que no sea en absoluto dramática sino puro hip hop bien macarra, bien remezclado sientes que toma un protagonismo excesivo; que va a ser señal de algo.

En un ambiente que puede ser tan cotidiano como un niño bañando a su perro, dos amigas charlando, una de ellas con una copa de vino en la mano, y un marido y padre trabajando en el piso de arriba, 'P.I.M.P' comienza a desazonarnos, a agobiarnos. Pero no solo por el volumen sino como señal. De algo. No sabemos qué.

Esa escena, prodigiosa, ha sido dibujada antes milímetro a milímetro por Justine en su storyboard. Y discutida setenta veces siete tanto en montaje (editor Laurent Sénéchal) como con los miembros del departamento de sonido (liderado por Fanny Martin, ganadora del César al mejor sonido por 'Los adolescentes' en 2021) dado que de pronto esa música ya es mucho más que la protagonista absoluta de esta primera escena; he ahí el elemento que dependiendo de cómo, cuánto y por dónde suene, nos va a situar como espectadores que no ven pero intuyen. 'P.I.M.P' hubo de ser registrada de maneras y desde alturas muy distintas. No podía sonar igual en el salón, en el baño o más arriba. O nos despistaría. Y esa escena marca totalmente lo que sucederá después durante 150 minutos de película. Y sí, suena muy fuerte, inverosímilmente fuerte, en el exterior. Porque anuncia... ¿el qué?

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