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El cineasta Terence Davies regresó ayer a la Sección Oficial del Zinemaldia con su película 'Benediction', en la que aborda la vida del poeta británico Siegfried Sassoon, marcada por su homosexualidad y por la época que tocó. En concreto, por el destrozo generacional que causó ... la I Guerra Mundial. Ambientes de lujo y un guion plagado de duelos de ingenio marcan esta cinta elegante, sobria y pausada. «No quería caer en el tópico de todo el mundo maravilloso y quitándose la camiseta para mostrar sus cuerpos», dijo el realizador, en referencia a su retrato del ambiente gay de la época. «La escena 'gay' puede ser muy horrible y malvada, y también divertida. Quería combinar ambas cosas».
Davies, que compareció de forma telemática en la rueda de prensa en la que sí estuvieron presentes el actor Jack Lowden y el productor Mike Elliot, aseguró no haber estado «nunca en el ambiente gay. Cuando apareció no me gustó, con todo ese narcisismo... Yo no puede vivir así, por eso elegí el celibato en el que he permanecido los últimos cuarenta años». Recordó que si Sassoon hizo la vida que hizo fue porque era «un miembro de la clase privilegiada porque hasta 1967, la homosexualidad en Inglaterra estuvo penada. Si cogían a un obrero iba dos años a la cárcel». Davies dijo «odiar la palabra 'queer'» y calificó como «lo más aburrido mostrar en una película a hombres quitándose la camiseta».
Sobre el personaje protagonista de su película, señaló que «era gay, yo lo soy, pero él se casó, que era algo que hicieron muchos homosexuales en los años treinta. Se convirtió en poeta y finalmente, en católico y yo, como excatólico, me preguntaba por qué demonios lo haría». Davies, que mostró su devoción por el poeta T. S. Eliot, al que considera «el más grande poeta británico del siglo XX», admitió que conocía superficialmente la obra de Sassoon y que tuvo que documentarse viajando y leyendo tres grandes biografías. Sobre el paso del tiempo y la nostalgia como ejes centrales de su obra cinematográfica, comentó que siempre le ha preocupa que sus personajes concluyeran su vida con el carácter agriado. «La gente está muy amargada porque les ha sorprendido lo que les ha ido pasado a lo largo de la vida y cómo han respondido. No todo el mundo está buscando qué es lo que son, yo no lo he logrado». En el caso de su personaje protagonista, cree que «no encontró la redención. Si no la encuentras dentro de ti, no la hallarás ni en el arte, ni en la redención».
Davies incluye en su película imágenes de archivo de la época. Sobre este asunto, dijo que «el metraje de la Guerra Mundial es monstruoso y a la vez, bello. El problema con las películas de entre 1914 y 1918 es que son años precedidos del 'verano eduardiano', pero si trabajabas en la mina, ya era una época horrible».
Y preguntado sobre los distintos soportes cinematográficos actuales y, sobre todo, los canales de distribución, confesó «no tener ni idea. Soy tecnófobo. tengo un móvil en el que la gente me deja mensajes que no sé recuperar. Hay ahora tantas formas de ver cine... No me gustaría ver mi película en una tostadora, supongo que la mejor es a oscuras en una sala de cine, en donde hay mucha gente y a la vez, cada uno piensa que el secreto se lo están contando a él solo».
Sobre la dificultad de memorizar unos diálogos que por momentos funcionan como un tiroteo a base de réplicas ingeniosas, a lo Oscar Wilde, el actor Jack Lowden, que confesó no haber visto aún la película porque observarse en la pantalla le resulta una experiencia «desalentadora», aseguró que «los guiones son difíciles de memorizar cuando son muy malos, cuando no tienen sentido. No es el caso» de 'Benediction', aclaró. Y recalcó que pocas veces puede interpretar con su propio acento, como ha ocurrido esta vez.
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