Sin vía de escape

En la siguiente secuencia la sinagoga atacada está en off, solo se escuchan los sonidos de la tragedia, y la mujer trata de darle la espalda, en armonía con un árbol: la naturaleza es la vía de escape y de ensoñación de una mujer oprimida desde su propio matrimonio con el líder de una comunidad de Testigos de Jehová, obligada sin ninguna presión aparente a seguir la obcecación religiosa de ese hombre. La conversación del matrimonio, en tono calmado, y que recuerda poderosamente a Ingmar Bergman (Kulumbegashvili parece tener otros referentes de la época como Tarkovski), indica la austeridad de la directora a la hora de transmitir sentimientos tan profundos y bloqueantes que se intuyen más en los silencios que en las palabras y que irán en aumento en otras secuencias de un filme exigente y pausado, que puede exasperar a impacientes, pero que revela a una cineasta con un mundo y una estética muy particulares, intrigantes, si se entra en su lectura del dolor y la vejación inexplicables.