Una historia de amor adolescente entre quinquis

«Vive el verano de su vida, con amor, diversión, adrenalina... pero también se introduce en un mundo que no es el suyo y que es el único que le acoge», ha contado Daniel Monzón.

«No quería hacer un homenaje a las películas de quinquis de finales de los 70, comienzos de los 80, la historia está ambientada en ese contexto. Habla de nuestra sociedad, de nuestra transición. De cómo había una sociedad media en España con ilusiones y, cerca, muy cerca, otra realidad bien distinta, de personas que vivían en los arrabales y cuyos hijos no tenían más salidas, que vivían muy deprisa y morían deprisa también», ha explicado el director.

Para hacer la película, Monzón ha contado con actores con experiencia y jóvenes que nunca se han puesto delante de una pantalla. «Quería recuperar la frescura y autenticidad que aportan». Con todos ellos hizo un trabajo de preparación en plena pandemia, «todas las semanas nos reuníamos por videoconferencia y les ponía deberes, tenían que ver muchas películas, leer sobre la época y escuchar mucha música. Además buscaba que entre ellos se crease una gran complicidad para que esto se trasmitiese en la pantalla, que fueran una auténtica banda».

A la hora de escribir el guion contaron con la propia experiencia de los espectadores. «Son los recuerdos de una época vista desde la madurez del adulto, todos sabemos cómo acabaron los quinquis».