![J. A. Bayona: «Los supervivientes de los Andes necesitaban que se volviera a contar su historia»](https://s3.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2023/09/23/87492006-kGEF--1200x840@Diario%20Vasco.jpg)
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En 'La sociedad de la nieve', que optará a representar a España en los Oscar, el director J.A. Bayona (Barcelona, 1975) vuelve a la tragedia del avión uruguayo accidentado en 1972 en Los Andes para contar una historia de supervivencia. Aunque abordada ya en ... una docena de libros y en un par de filmes, Bayona cree que «los supervivientes necesitaban otra película».
– ¿Qué se había quedado fuera de una historia tan contada ya antes para que usted deseara volver a ella?
– Cuando leí el libro de Pablo Vierci me sorprendió mucho porque pensaba que conocía la historia, pero el alcance de su trabajo era mucho mayor de lo que había visto hasta el momento. Se habían hecho ya dos filmes y varios documentales y se han escrito doce libros, pero cuando hablé con los supervivientes tuve la sensación de que ellos necesitaban otra película. Necesitaban que se volviera a contar, como si contándola se sanara una herida abierta. Tiene que ver con la figura de los que se quedaron en la montaña, tan importantes para que volvieran ellos y que nunca han tenido una posición en el relato a la altura de su sacrificio. Y ahora, cuando hablo con ellos, da la sensación de que no necesitan otra película.
– ¿Quiere decir que el suyo es el relato definitivo?
– No sé si será definitivo, les he visto al final del pase y creo que sí les llena esa necesidad.
– ¿Cómo ha sido la relación entre los dieciséis supervivientes a lo largo de estos cincuenta años que han transcurrido ya?
– Son un grupo muy heterogéneo, con personalidades muy fuertes y que mantienen grandes divergencias internas. Sin embargo, cada año vuelven a juntarse en el aniversario de la tragedia y cada vez que están en la misma habitación hay como un equilibrio en el grupo. Su dinámica es muy interesante. Tras el rescate, lo primero que hizo el mundo fue separarlos tras 72 días en la montaña formando un grupo muy sólido y unido. Por las noches volvían a juntarse. Ellos no acabaron de entender que les recibieran como héroes tras 72 días en el frío y comiéndose los cuerpos de sus amigos.
– Eran de clase alta. ¿Hubiera cambiado la historia si hubieran sido clase baja u obrera?
– El contexto de Uruguay es muy complicado dentro de Latinoamérica. Es el país más equitativo de la zona. Han pasado por todos los grandes dramas de la región, pero siempre de una forma un poquito más atenuada. Eran clase media-alta, con estudios, políticamente eran diversos.
– Pronto, esa 'sociedad de la nieve' que organizan en la montaña reproduce la división del trabajo, con unos dedicados a cortar la carne de los cadáveres, otros a las expediciones...
– Sí, era muy interesante la dinámica. La autoridad nunca se imponía, sino que se establecía de manera natural y todo se decidía en el grupo. La decisión de comer se representa muy clara en la película y surge de una conversación en la que se habla desde un punto de vista religioso, desde el legal... Los primos Strauch se encargan de cortar la carne de los cuerpos y con eso adquieren cierta autoridad, pero todo el grupo estaba encantado porque nadie quería ocuparse de eso. Fue una autoridad que se impuso de manera natural.
– ¿Demuestra la película que la moral se adapta a nuestras necesidades?
– Sí, claramente el contexto es inseparable de lo que sucede. La comida, el frío y el miedo a quedarse aislado del resto. Había mucho miedo a no formar parte del grupo.
– A su regreso, se recriminó a estos muchachos que comieran los cuerpos de los muertos para sobrevivir. ¿Seríamos hoy más tolerantes o la cosa empeoraría con las redes sociales?
– Hubo cierta canibalización del relato.
– ¿En qué sentido?
– En el sentido de que, por ejemplo, Carlitos Páez era presentado en Marbella como 'el caníbal de los Andes'. Hubo una frivolización muy grande centrada en el relato de la antropofagia, lo cual provocó un choque muy fuerte porque ellos no se reconocían tampoco en la imagen de héroes que se les dio. Ahí se frivolizó mucho el relato.
– ¿Deberíamos ser más prudentes a la hora de emitir juicios morales sobre situaciones en las que no hemos estado?
– Por eso era tan importante que la película fuera experiencial. El libro de Vierci ofrece una visión del ser humano muy optimista y luminosa, pero también luces y sombras. Hay personajes que se guardaron cosas para sí mismos porque si dabas mucho por el otro, también perdías.
– Administrar la generosidad...
– Claro, si lo eres en exceso, como Numa, dejas de ser humano en tu extrema bondad y como tal, se convierte en un mito para los supervivientes. Deja de ser humano, no se guardó nada para sí mismo y eso fue su perdición en la montaña.
– ¿Hay algo que los humanos no estemos dispuestos a hacer por un día más de vida?
– Eso tiene mucho que ver con 'El hombre en busca de sentido', de Viktor Frankl, y la capacidad que tiene el ser humano, cuando se lo han quitado todo, de escoger la forma de morir. En la montaña, los que no pudieron sobrevivir morían dando ánimos a los demás. En algún momento del libro se destaca que ellos fueron los verdaderos héroes.
– ¿Cómo llevan los supervivientes la carga de esa etiqueta, cincuenta años después?
– Eran dieciséis, quedan catorce y cada uno diferente. No hay un denominador común. Hay algunos que hoy en día todavía viven de la montaña y otros, que la olvidaron y no quieren saber nada.
– Usted ha sido pudoroso en la representación fílmica de aquello.
– Hay una voluntad deliberada de preservar la intimidad. No queremos entrar en el plano detalle porque te desconectaba de la historia. Ellos tuvieron 72 días para convertir en anecdótico lo escabroso, pero nosotros teníamos dos horas y es imposible hacerlo. Un detalle gráfico te saca de la pantalla, así que era mucho mejor sugerir que mostrar. Es imposible entender en dos horas de película lo que vivieron y cómo lo vivieron.
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