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El equipo de 'Los reyes del mundo' posa con la Concha de Oro. JORGE FUEMBUENA/FESTIVAL
El Zinemaldia 2022 ha celebrado la vuelta a la normalidad, aunque se ha echado en falta algo más de glamour
Balance del Zinemaldia

Un veterano Festival que mira al futuro

El Zinemaldia ha celebrado la vuelta a la normalidad, aunque se ha echado en falta algo más de glamour para celebrar la 70 edición

TERESA FLAÑO

Lunes, 26 de septiembre 2022

Ha sido la edición del buen rollo. Había ganas de disfrutar después de dos años de restricciones y mascarillas y se ha conseguido. La prensencialidad ha sido completa, incluidas las distintas vertientes de Industria, el apartado del certamen más damnificado por la pandemia; los s artistas internacionales han vuelto a pasear por la alfombra roja; se han recuperado actividades y espacios como el Velódromo, así como las fiestas; la cifra de acreditados ha sido similar a hace dos años, y la venta de entradas, si no ha llegado a los números de 2019, permite que el balance final no aparezca en rojo.

Ahora bien, ¿ha sido una edición acorde con las expectativas creadas ante la celebración de las 70 ediciones? Aquí las cosas ya no están tan claras, empezando por los premios Donostia. Sin quitar méritos a los dos homenajeados, Juliette Binoche –sus lágrimas al recoger el galardón fueron uno de los momentos más emocionantes– y David Cronenberg, se esperaba alguno más, sobre todo porque Rebordinos había anunciado meses antes que llegarían a ser hasta cinco. Esa carencia se salvaba algo con la presencia de Glenn Close al frente del Jurado Internacional, pero su baja dejó el panorama del glamour un poco desolado.

Los días alrededor de la inauguración y la clausura, ésta con Liam Neeson, Diane Kruger y Ana de Armas –que comienza a triunfar en Hollywood y miramos con buenos ojos por eso de que surgió de series españolas como 'El internado' o 'Hispania', pero a la que todavía le falta algo de recorrido para llegar a la categoría de 'star' internacional–, han estado bien cubiertos, pero ha habido un bajón en las jornadas intermedias. También es cierto que nos hemos acostumbrado a tener habitualmente nombres como Penélope Cruz o Ricardo Darín en la lista de invitados e igual no les damos la importancia que realmente tienen.

Cine emergente

Ahora, con la edición ya finiquitada, una de las primeras conclusiones a las que se puede llegar es que el verdadero triunfador ha sido el cine emergente, el del futuro y, a diferencia del año pasado, nadie ha puesto pegas al palmarés. Es el Jurado Internacional el que decide cómo reparte los galardones, pero siempre entre unas películas elegidas previamente por el comité de selección. 'Los reyes del mundo', la ganadora de la Concha de Oro, es la segunda película de Laura Mora. Geni Kawamura, Concha de plata al mejor director por 'A Hundred Flowers', y Marian Mathias, Premio especial del Jurado por 'Runner', han presentado en Donostia su primera película. Entre los intérpretes también se ha reconocido el talento joven con Clara Quílez, Paul Kircher y Renata Lerman.

Ha habido fiascos como 'Pornomelancolía', que casi nadie defiende, o películas como 'Walk Up, del coreano Hong Sangsoo, que demuestran que en bastantes ocasiones crítica y público, al que su 97 minutos resultaron eternos, tienen gustos bien diferentes.

A pesar del buen momento que vive el cine español, se ha ido prácticamente de vacío de Donostia. La edición también ha servido para mostrar que la producción vasca tiene un futuro más que prometedor con nombres como Mikel Gurrea, director de 'Suro', María Elorza, realizadora de 'A los libros y a las mujeres canto', o el actor Telmo Irureta con su participación en 'La consagración de la primavera'.

En la búsqueda de nuevos públicos, el Zinemaldia se ha abierto a las redes sociales, principalmente a Tiktok e Instagram, con sus consiguientes 'influencers'. La fisonomía habitual del certamen ha cambiado y ahora en prácticamente todos los rincones posibles hay un acreditado grabándose a sí mismo. También han entrado en el mundo de las ruedas de prensa con sus códigos e intereses propios. Un ejemplo: en la de 'Suro', mientras Gurrea y el resto del equipo hablaban de crisis generacional, inmigración y temas similares, el 'tiktoker' del Festival les preguntaba si después de rodar entre tanto alcornoque ahora preferían otros árboles como el eucalipto.

El futuro también pasa por Tabakalera. La actividad en la antigua fábrica de tabaco ha sido frenética. Ha recibido las últimas visitas a la exposición sobre las 70 ediciones, ha proyectado las películas de Zabaltegi, han tenido lugar clases magistrales, encuentros de alumnos de escuelas y ha albergado parte de la industria, fundamentalmente los Spanish Screenings XXL –un encuentro entre inversores internacionales con productoras españolas–, que tienen garantizada su continuidad un año más gracias a los fondos europeos y que el certamen ya busca cómo desarrollarlos más allá de 2023.

Con 70 ediciones, el Festival se encuentra, como reconocen sus responsables, en una encrucijada: mantenerse tal cual, con el riesgo de ir perdiendo peso internacional, o apostar con decisión por un futuro más ambicioso. Para ello necesitan la complicidad de las instituciones para, entre otras cosas aumentar la plantilla. También tiene que iniciarse ya un debate profundo sobre el papel que juegan las series de las plataformas, cada vez con más presencia, y si deben concursar en la Sección Oficial.

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