KAREL LÓPEZ
Martes, 10 de enero 2017, 07:56
Hace años, Emiliano Lasa (25-01-1990) soñaba con disputar unos Juegos Olímpicos. En su mente también estaba volar más allá de los ocho metros en longitud y, claro, «desde chico, ir con mi familia al País Vasco para conocer mis orígenes», porque Emiliano, el atleta uruguayo de mejor actuación en la historia de unos Juegos Olímpicos gracias a su sexto puesto en Río, es descendiente de la familia Lasa, de la localidad guipuzcoana de Gabiria, y sueña con viajar próximamente a Euskadi. «Me intriga mucho. Mi padre siempre me ha transmitido ese interés por saber más del País Vasco. Hay muchas cosas que desconocemos de nuestra familia y la mejor forma de descubrirlas es viajando allí», relata.
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Emiliano conoce algunos detalles de cómo su tatarabuelo acabó en Uruguay. «Hacia 1880, mi tatarabuelo Primo Lasa Echeverría, nacido en 1849, viajó desde Gabiria junto a sus hermanos Joaquín y Juan José. Se instalaron en Santa Rosa, un pueblo en el interior de Uruguay, en el Departamento de Canelones», explica. «Primero trabajó como tenedor de libros y sus hermanos eran carpinteros y herreros. Mi bisabuelo y mi abuelo continuaron con la carpintería», cuenta ilusionado.
Aunque ha estado un par de veces en Madrid -entrenando en la Blume-, donde se sintió «mejor que en cualquier otro sitio de Europa», el recordman uruguayo de longitud con 8,16 metros aún tiene pendiente conocer Euskadi. «Estoy seguro de que pronto iré», afirma.
Ramón Cid acudió en agosto del pasado año al Campeonato del Mundo de Pekín como director técnico de la RFEA. Allí, charlando con «Nelio, técnico de los mejores saltadores brasileños», salió el nombre -o mejor dicho, el apellido- de Emiliano Lasa. «Llevo a un atleta uruguayo. Emiliano Lasa se llama», le comentó al donostiarra. «Tiene que ser vasco o tener algún descendiente», respondió Cid.
Después le conoció a él. Bromeando, Ramón le dijo a Emiliano que era «el plusmarquista vasco de longitud». Emiliano vive desde hace tres años en Brasil, en Sao Paulo, donde ha encontrado «mejores condiciones para una dedicación exclusiva al atletismo». Antes de eso, en Uruguay, estudió «profesorado de Educación Física». Sus padres se fueron de Santa Rosa siendo jóvenes a vivir a Montevideo, donde Emiliano ha pasado gran parte de su vida, al igual que su hermana.
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Aficionado al fútbol, el campeón iberoamericano este mismo año y bronce en el Panamericano de 2015, no descarta vestir la camiseta txuri-urdin de la Real en el futuro. «Siempre he seguido a los equipos vascos. Tener la oportunidad de representar a un equipo del lugar del cual proviene mi familia me motiva mucho. Sería una gran oportunidad de dejar huella», explica.
Orgulloso por el diploma olímpico conseguido -Luis Suárez fue uno de los que felicitó a Emiliano y Forlán declaró que «es para quitarse el sombrero con lo que hizo»-, el saltador ya mira a Tokio 2020. «En estos momentos no sé cuál es mi límite. En Río soñaba con estar entre los mejores y ser finalista. Se cumplió. Ahora quiero ir a por más. Espero que mi mejor momento llegue en 2020 y pueda pelear por una medalla. He venido mejorando y subiendo el nivel año tras año, por lo que pienso que es posible», apunta.
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