![¿Son precisas las mediciones de los relojes inteligentes?](https://s3.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2023/11/06/relojes-inteligentes-kRNF-U210635423803tGC-1200x840@Diario%20Vasco.jpg)
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La suerte está echada: el crono de la Behobia - San Sebastián sigue su eterna cuenta atrás, mientras que nuestro corazón comienza a acelerarse a falta de un minuto para el pistoletazo de salida. Echamos un ojo a nuestro smartwatch: 120 pulsaciones por minuto. Y subiendo. « ... Tranquilo, tranquilo, tranquilo», nos autoconvencemos, intentando calmar los nervios. Cerramos los ojos, cogemos aire y respiramos profundamente. 30 segundos. Ajustamos nuestra camiseta de la Behobia - San Sebastián 2022 y comprobamos que los cordones de las zapatillas esta vez no nos van a jugar una mala pasada: todo en orden. Ya sólo queda echar un último vistazo a nuestro inseparable compañero de fatigas, ese que va a ir cantándonos el ritmo y las pulsaciones en todo momento. «Esperemos que esta vez el smartwatch no nos deje tirados y que con el añadido de la banda en el pecho nos dé unas frecuencias cardíacas mucho más precisas», pensamos sin tiempo para más. 3 segundos, 2, 1…
«Estas bandas que van sincronizadas con nuestros relojes inteligentes son mucho más fiables que los sensores integrados en los smartwatch -explica Marcos Llorente, responsable del Laboratorio de Ingeniería Médica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra-. En estos casos la medición se hace de manera directa, ya que tienen unos electrodos que miden la actividad eléctrica del corazón y calculan la frecuencia cardíaca».
Nada que ver con los relojes inteligentes que portarán muchos de los corredores de la Behobia - San Sebastián, que la estiman basándose en la variación de la luz absorbida por la piel según la sangre que circula por ella. Por tanto, ello les hace mucho menos fiables que las cada vez más populares bandas. Con todo, «es importante usarlos bien, ya que para una medición correcta los electrodos tienen que estar húmedos y en contacto constante con la piel del pecho», apunta.
La saturación de oxígeno en sangre (spO2) es otro de los parámetros que son capaces de medir (relativamente) los relojes inteligentes, «de manera similar a la frecuencia cardiaca, pero con LEDs que emiten luz en otro color (distinta longitud de onda de la luz) y fotorreceptores sensibles a esa luz. Debemos tener presente en todo momento que estos equipos no son dispositivos médicos, por lo que sus valores son orientativos, no diagnósticos», explica Marcos Llorente. Eso sí, la saturación de oxígeno no es muy fiable y es relativamente sencillo obtener un valor por debajo de lo normal por un error en la medida en los relojes inteligentes.
Y, cómo no, un registro como el estrés que no está omnipresente aún en muchos modelos pero que llama especialmente la atención. Su medición tiene que ver con la variabilidad del tiempo entre los latidos del corazón: cuanto menor es esta variabilidad más estrés hay, aunque suene una contradicción. «Estos relojes calculan el tiempo entre cada latido y, junto con otros parámetros como la edad, muestran al usuario una escala de estrés orientativa».
Otra de las grandes dudas que pueden asaltar a muchos de los corredores de la Behobia - San Sebastián 2022 es la conveniencia o no de tirar de un GPS para medir las distancias en todo tipo de carreras y, sobre todo, en los entrenamientos previos. Marcos Llorente lo tiene claro: «Es indudable que la distancia total medida por un GPS será más cercana a la realidad que la calculada por un podómetro, principalmente porque este último cuenta pasos pero estos pueden tener una longitud variable. Y esto es algo que se acentúa durante una carrera con desniveles y cambios de ritmo».
El funcionamiento del GPS (o cualquier otro sistema de navegación satelital como Galileo o Glonass) de un reloj es el mismo que el de un móvil o un coche. En el espacio hay satélites que envían señales con la hora de manera constante y nuestro equipo registra esas señales. Con la información recibida de al menos cuatro satélites calcula cuánto tiempo ha tardado en llegar cada señal y con ello cuál es la posición en el espacio. «La exactitud de esos cálculos dependerá del número de satélites, de las antenas usadas y las condiciones de la señal. En un entorno con visión directa del cielo y buena meteorología puede tener un error de +- 1 metro. Sin embargo, en zona boscosa o urbana, una tormenta o interferencias de otras señales pueden hacer que esta tasa de error aumente o, a muy malas, se pierda la localización», explica este ingeniero biomédico por Tecnun.
La cuestión cambia notablemente si toca elegir entre el podómetro de un reloj inteligente o el que se pone en el pie. ¿Cuál es mejor? La clave, y la respuesta, depende en gran medida de los algoritmos usados. «En principio, y usando un algoritmo similar, el colocado en el pie tiene datos con menos artefacto y por lo tanto sería más fácil identificar cada paso. Pero un buen algoritmo de un reloj inteligente puede dar mejores estimaciones de la distancia con datos a priori peores porque no solo tiene en cuenta cada pisada, sino la altura de la persona, el tiempo entre pasos, la velocidad, el desplazamiento vertical, información previa del podómetro mientras estaba también el GPS activo...».
Entonces, ¿las mediciones de los relojes y pulseras inteligentes tienen un valor médico real? Marcos Llorente lo tiene claro: ninguno. «Debemos tener presente que son equipos de consumo, no productos médicos y por lo tanto no cumplen la normativa para que sus registros se consideren como resultados médicos. Solo deben tomarse como estimaciones de los valores reales para orientar al usuario». Afortunadamente, estas estimaciones son cada vez más precisas y aportan información más relevante, hasta el punto de poder alertar de una posible patología.
Sea como fuere, mediciones más fiables como las de las bandas sincronizadas a los smartwatch pueden llevar a la confusión a más de uno. «Las bandas para medir la frecuencia cardiaca sí que dan valores reales de frecuencia, pero no deben usarse para un diagnóstico médico. El valor solo lo puede dar un producto que se considere dispositivo médico según la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) porque cumple con la normativa correspondiente. Los propios fabricantes lo mencionan aunque en ocasiones sea en la letra pequeña».
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