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En Abu Dabi, hace tan solo una semana, Susana Rodríguez Gacio (Vigo, 4 de marzo de 1988) se proclamó campeona del mundo de paratriatlón. Y será en la Behobia-San Sebastián donde estrene título. «Sé que es una carrera de enorme tradición en la que se vive un ambiente impresionante. Todos dicen que hay que correrla al menos una vez en la vida», afirma esta gallega que este verano, en Tokio, se hizo con la medalla de oro en la clase PTVI de discapacitados visuales.
«La idea de correr la Behobia la tengo metida en la cabeza desde hace unos cuantos años, pero la distancia, los 20 kilómetros que hay que afrontar, siempre me ha preocupado un poco, ya que no es nada parecido a la modalidad principal que practico, que es el triatlón», explica esta mujer que en julio protagonizó la portada de la revista estadounidense 'Time'.
Llegó ahí por méritos propios, y no solo por sus resultados deportivos. Rodríguez, que nació con albinismo óculo-cutáneo, enfermedad que limita su visión a menos del 5% en un ojo y del 8% en el otro, estuvo también en primera línea de batalla contra el coronavirus. «En plena pandemia, mi trabajo se centró en atender la línea telefónica con la que contamos en el Servicio Gallego de Salud para el coronavirus». La viguesa, además de una deportista de diez, es también médico. Primero aprobó la diplomatura en Fisioterapia y después se sacó la carrera de Medicina.
En el momento más duro de la lucha contra el Covid, Rodríguez trabajó en el Hospital de Santiago de Compostela, donde también se encargó «de hacer la historia clínica de los posibles casos, un estudio de los contactos... y decidíamos si había que solicitar una PCR para el paciente. Además, continuábamos con las consultas urgentes del servicio de rehabilitación del hospital y atendíamos a las personas que habían pasado el virus con mayor gravedad y precisaban de tratamiento rehabilitador por las secuelas».
La campeona paralímpica gallega estuvo trabajando en el hospital «hasta finales de septiembre de 2020», por lo que vivió en primera línea «el principio de la pandemia». Lo compaginó con los entrenamientos. «A pesar de toda la incertidumbre y las circunstancias especiales que vivimos, no hubo un solo día en el que perdiese la ilusión por entrenar; tampoco cuando no había objetivos próximos en el calendario y todas las pruebas se iban cancelando», recuerda.
«Por las mañanas iba al hospital. Me levantaba a las 6.00 horas para ir a Santiago y llegaba a casa de vuelta sobre las 17.00. De 18.00 a 21.00 horas entrenaba. Después, dejé de trabajar para centrarme en la preparación necesaria para los Juegos Paralímpicos», destaca Rodríguez, a quien «justo antes de la llegada de la pandemia» diagnosticaron una cardiopatía. «Aunque he podido seguir haciendo deporte de alto nivel con una serie de medidas, no quería tener una vida tan estresante como los últimos años. Pasa factura. Estoy muy contenta de haber tomado esta decisión. Gracias a ella llegué a Tokio en el mejor estado de forma de mi vida».
Su guía en la Behobia –competirá en la categoría para discapacitados visuales 'B2'– será Celso Comesaña, su deportista de apoyo cuando practica atletismo. Rodríguez, además de competir y ganar en Tokio en triatlón, acabó quinta sobre el sintético en la distancia de 1.500 metros. «Celso y yo nos conocemos muy bien. Entrenamos juntos casi todos los días y a él también le apetece mucho vivir esta experiencia».
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