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Chakib Lachgar se encuentra con dos corredores en el suelo a la hora de cruzar la línea de meta. JOSÉ MARI LÓPEZ
Tres sustos y una veintena de golpes de calor

Tres sustos y una veintena de golpes de calor

Tres casos de paradas cardiorrespiratorias destacan entre las 125 atenciones que DYA y Cruz Roja realizaron a lo largo de una carrera con condiciones «extremas»

Iñigo Villamía

San Sebastián

Domingo, 13 de noviembre 2022, 20:52

Que un 13 de noviembre a las nueve de la mañana los termómetros superaran los veinte grados de temperatura no entraba dentro de los planes de ninguno de los más de 25.000 corredores que se dieron cita en la línea de salida de la 57ª edición de la Behobia-San Sebastián. Tampoco en los del personal sanitario que esta vez tuvo que emplearse todavía más a fondo si cabe en los diferentes puntos de control ubicados a lo largo del recorrido para evitar cualquier tipo de desgracia por el fuerte calor.

En este caso, al contrario que ocurriera el año pasado, no hubo que lamentar muertes pero sí tres casos de paradas cardiorrespiratorias que mantuvieron en vilo a la organización durante el transcurso del día. Y es que según expresaron sus responsables a este periódico, dos de ellos se recuperaron sin problemas y sus vidas no corren peligro, pero el estado del tercero, aún hospitalizado, es «preocupante y grave», relataban con cierto miedo. A uno de ellos, además, se le practicó un TAC en la cabeza debido al golpe sufrido en la caída.

Aunque se desconoce la identidad de los corredores, todos son varones y tienen edades comprendidas entre los 20 y los 60 años. De los dos primeros casos que no presentan gravedad, uno se dio «muy pronto» a la altura de Gaintxurizketa y otro «en el kilómetro 18 en la zona del barrio donostiarra de Gros», reconocían fuentes cercanas al CD Fortuna conocedoras del despliegue sanitario.

«Con estas temperaturas, impropias aquí en los meses de noviembre, estábamos preparados para lo que pudiera pasar», cuentan. «Y en ese sentido se ha cumplido con la previsión», añaden. «Ha habido 125 atenciones y unos 33 traslados a centros hospitalarios por diversas causas, la gran mayoría por golpes de calor». Algo lógico en una jornada donde se llegaron a alcanzar los veintiséis grados entrado el mediodía. «A ver si un año podemos disfrutar de una climatología que esté en el término medio, porque a veces graniza y hace muchísimo frío y otras, como hoy –por ayer–, un calor extremo que puede resultar muy peligroso», expresa Enrique Cifuentes, presidente del Fortuna. «De todas formas, la buena coordinación entre DYA, Cruz Roja y Osakidetza ha permitido que todos los casos se hayan quedado en un susto».

El objetivo es prevenir

La Cruz Roja entra en escena a partir del kilómetro dieciséis, es decir, cuando restan cuatro para llegar a la línea de meta. Sin embargo, durante estos 4.000 metros, pone a disposición de los atletas 200 personas voluntarias, veintiséis ambulancias, tres hospitales de campaña (Ategorrieta, Kursaal y Boulevard), treinta desfibriladores, 19 puestos de socorrismo y un centro de operaciones.

Antes lo hace la DYA, concretamente hasta Herrera. En la cobertura de la carrera, contaron con 18 ambulancias, nueve motos asistenciales, cuatro puestos sanitarios, dos vehículos de tipo social, otros tantos equipos de coordinación y más de 120 voluntarios. Todo con el objetivo de evitar muertes. Ha habido cinco en las últimas dos décadas.

El fallecimiento de Héctor Vilellas Soro, de 27 años y natural de Tauste (Zaragoza), es el última que hay que lamentar. Fue en la edición pasada (2021). Después de desvanecerse en Ategorrieta, el joven corredor permaneció a lo largo de tres días ingresado en la UCI del Hospital Donostia, donde finalmente murió. Antes, en 2015, la imagen de la desolación la dejó José Javier Suescun, un navarro de 31 años que sufrió un infarto a escasos metros de la meta. Aquel día hizo un calor terrible.

En 2013, por su parte, fue una atleta de 30 años, vecina de Zizur Mayor, quien perdió la vida poco antes del final del recorrido a causa de una parada cardiorrespiratoria, mientras que en 2010, el vizcaíno César E.B., de 40 años, falleció en las inmediaciones del puente del Kursaal. Ya en 2002, y en su primera participación en la prueba, murió el hondarribiarra Asier Torrente con tan solo 23 años.

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