Pirata de la Behobia, el año que viene te pasas por la txiki. Tal vez la música que los corredores escucharán este domingo en Gaintxurizketa ... cuando se encuentren con este icono de la carrera sea demasiado cañera para los cerca de dos mil jóvenes que este sábado por la tarde llenaron el Miniestadio de Anoeta de ilusión. Pero seguro que disfrutarían también tratando de quitarle las banderas y el sombrero...
Si se anima Jaime Alzugaray (es él quien se esconde tras el pirata) la fiesta será aún mayor. Aunque el reto es complicado. Ya decía Iñigo Etxeberria, coordinador de la prueba, durante la presentación que el de la Behobia-Txiki es «el dorsal estrella». En cuestión de minutos volaron las inscripciones para los peques de la casa.
Nadie se quería perder la fiesta. Todos los txikis de entre 4 y 13 años querían emular a sus madres y padres, que en muchos casos tomarán hoy la salida en la prueba para los mayores. No piensen que los jóvenes tuvieron que enfrentarse a veinte kilómetros. Ni mucho menos...
Los primeros fueron los de 12 y 13 años (1.200 metros); después llegaron los de 10 y 11 años (800 metros); les siguieron los de 8 y 9 años (400 metros); después llegó el turno para los de 6 y 7 años (200 metros); y el toque más gracioso de la jornada lo pusieron los de 4 y 5 años. Estos últimos se pegaron un gran sprint de 200 metros que firmaría el mismísimo Usain Bolt. Alguno lloró (qué le vamos a hacer, ya sonreirá el año que viene), aunque sobre todo se vieron caras de alegría. E imagínense cuando vieron la bolsa con la merienda... ¡Y la medalla! Eso que no falte.
La Behobia no entiende de edades. Emociona desde los 4 años. Es una manera de que los peques se sientan atletas por un día. La de ayer fue para muchos la primera vez sobre una pista de atletismo. Otros, en cambio, ya están acostumbrados a pisar tartán porque están apuntados a alguna de las múltiples escuelas atléticas de Gipuzkoa.
El cielo respetó bastante. Se mojaron poco los participantes. Y, además, eso poco importaba. Lo bonito era lucir la camiseta de la carrera y tratar de llegar a la meta. Daba igual quién llegara primero. Las gradas del Miniestadio pocas veces se ven tan llenas como cuando se celebra la Behobia-Txiki. Es lo que tiene este evento, que enamora a jóvenes y adultos. También había en la instalación donostiarra algún que otro abuelo y abuela. Ya saben: hay que disfrutar de los nietos y nietas.
Las inscripciones costaron ocho euros y en todas se incluía la donación de un euro para que UNICEF lo destine a programas de cooperación al desarrollo y acciones de emergencia que lleva a cabo en más de 190 países. En 2024, un día antes de la Behobia, los txikis volverán a ser protagonistas.
Para muchos era la primera vez corriendo en una pista de atletismo. Otros, en cambio, son habituales porque forman parte de las diferentes escuelas atléticas que hay en los clubes guipuzcoanos.
En 2020 no hubo carrera y en 2021 fueron muchos menos los niños y niñas que pudieron formar parte de la fiesta debido a las restricciones por la pandemia del coronavirus.
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