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Según la Real Academia de la Lengua la tradición es la «transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etcétera, hecha de generación en generación». En la familia Larreategi-Basterra-Zuzuarregi la Behobia San Sebastián es un tradición. Porque cumple a rajatabla con la definición de este concepto: su amor por esta prueba atlética ha pasado de generación en generación. Esta 59ª edición de la carrera más popular entre las populares iba a ser la más especial para Macu, Itziar y Lorea. Sin embargo como relata Inmaculada Zuzuarregi 'Macu', «un problema en el Aquiles» les va a dejar con la miel en los labios.
Ésta Behobia iba a ser inolvidable porque la intención era hacerla con su hija Itziar y su nieta Lorea. Tres generaciones juntas en una prueba que es religión en la familia. «En mayo corrí una mañana y el llegar a casa me di cuenta de que no podía andar. Tuve que bajar el ritmo, parar, y ahora estoy en tratamiento intentando solucionar el problema. La verdad es que más allá de las molestias que tengo, me da pena no correr con ellas».
Iba a ser la primera vez. Las tres juntas, desde Behobia con los exigentes 20 kilómetros por delante hasta llegar al Boulevard. Sin embargo, esta veterana atleta se lo toma con deportividad. «La voy a disfrutar con ellas de otra manera. Estaré pendiente del recorrido y en un punto de la carrera nos daremos las tres un abrazo con el resto de la familia». Ya tienen en mente la edición del año que viene en la que «queremos correr las tres», dicen con una amplia sonrisa.
La Behobia une a tres generaciones, una prueba de vida que Macu y su marido –asiduos participantes desde hace muchos años en la carrera– pasaron a sus hijos y nietos. «Ya no sé cuántas he corrido, no llevo la cuenta», dice la amona de la familia. «La primera fue en 1991 y la hice en una hora y cincuenta y un minutos», explica mientras repasa varias fotos en las que se le ve llegando a la meta en lo que era el antiguo Boulevard. Itziar, su hija, y Lorea, su nieta, escuchan con atención sus explicaciones y anécdotas, a pesar de que seguro que las han oído muchas veces. «Yo solo he corrido tres veces», cuenta Itziar. «Puedo decir que nunca hubiera imaginado que correría la Behobia. Es cierto que es algo que estaba casi en el día a día de casa porque mis aitas la corrían y son aficionados a salir a entrenar casi todos los días».
Macu Zuzuarregi
Corredora
Entonces, ¿cómo entró el gusanillo a esta donostiarra de 47 años a punto de cumplir los 48? «Pensaba que nunca la iba a correr, que estaban locos y que eso no iba conmigo. Empecé hace ya unos años a correr y la verdad es que ahora puedo decir que engancha». Ella puede servir de ejemplo para indecisos o timoratos. «Todo el mundo puede hacer la Behobia», sentencian amona y ama. «Eso sí, con entrenamiento, hay que prepararla bien», advierte Macu, quien está acostumbrada a salir casi a diario a entrenar y correr. «Ha pasado a ser una forma de vida y ahora mismo no lo concibe de otra manera», añade. «He hecho un montón de Behobias y también me atreví con los maratones, también he hecho atletismo en pista. Bueno, he disfrutado muchísimo corriendo, mucho, mucho, sí», reconoce.
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«A veces suelo venir al trabajo corriendo porque está por aquí –la entrevista y las fotografías están tomadas en la zona trasera de la facultad de Psicología de la UPV en Ibaeta– y así me lo tomo como un entrenamiento», dice Itziar, quien suele salir a correr dos o tres veces a la semana. Es de las runners que no está pendiente del reloj. «No voy a por marca, para nada. Mi reto es divertirme en la carrera y pasármelo bien».
Este año va a ser muy especial porque Itziar va a salir de la mano de su hija mayor, Lorea, de 18 años. La más 'pequeña' de esta saga de corredoras va a hacer su primera Behobia. Está nerviosa por ser debutante y tranquila porque va «a correr con la ama», confiesa con una sonrisa mirando a su madre. «La amona me ha repetido muchas veces que tenga cuidado con el ácido láctico», indica mirando esta vez de soslayo a Macu, quien sonríe al oír a su nieta. Además le instruye para que «vaya despacio desde el principio, porque a veces con la gente, con la emoción, igual vas más deprisa y eso a la larga puede pasarte factura». Es fácil que ocurra entre los debutantes que se dejan llevar por la emoción en los primeros kilómetros de una carrera que se puede hacer larga debido al sube y baja constante, con los altos de Gaintxurizketa, Capuchinos y alto de Miracruz como principales obstáculos.
Lorea tiene un pedigrí inmejorable para ser una excelente corredora. «Hice atletismo pero no hacía fondo sino que lo mío era más la velocidad y los saltos». Todo eso le va a servir, al igual que los consejos que le llegan de su amona y de su ama. «Primero empezamos corriendo un kilómetro», relata Itziar sobre cómo empezaron las primeras tomas de contacto para preparar a Lorea para los 20 kilómetros de cita popular.
Lorea Larreategi
Corredora
«Empezamos poco a poco, no iba bien. Cambiamos el ritual de los entrenamientos y ha salido bien». Lorea sonríe cuando su ama le dice que «es un ejemplo de que hay diferentes caminos para llegar a una meta. Nos vale para preparar la Behobia y para la vida en general». Lorea estudia higienista dental y su aspiración es empezar el año que viene Medicina. «Estoy con muchas ganas, sí», confiesa.
La familia no sabe cómo va a celebrar la primera Behobia de Lorea, la mayor de tres hermanas, porque saben que la B-SS no acaba cuando se cruza la línea de meta sino que la adrenalina sigue durante la comida del domingo y en las horas siguientes. «Por suerte nos vemos muy a menudo, mi nieta viene a comer a casa una vez a la semana y también viene los fines de semana con mi hija», dice Macu Zuzuarregi. «Sí, improvisaremos qué vamos a hacer después de la carrera, no hay nada pensado por el momento», apunta Itziar.
No hay especial miedo al tiempo meteorológico. «Va a hacer buen tiempo», indica Lorea. «Está bien, sí. Unos 17 grados», dice Itziar, aunque la voz de la experiencia con más de veinte Behobias a su espalda, Macu, sostiene que «eso es un poco de calor, creo».
Las tres generaciones de la familia se abrazan cuando Macu entrega el testigo, simbolizado en la camiseta de la Behobia a su nieta Lorea. Itziar, en medio, sonría orgullosa de que su ama abriera el camino, ella lo siguiera y ahora sea ella quien guíe a su hija. La tradición se mantiene, como la que abrió el matrimonio Basterra Zuzuarregi hace años.
Itziar explica que «recuerdo cómo cuando éramos pequeños les esperábamos a los aitas en el kilómetro 17 con un té caliente en un termo para darles ánimos y un poco de sustento para los cuatro kilómetros finales». Esa tradición se va a mantener este año y enfrente del English School, en la bajada del alto de Miracruz esta vez será Macu y familia quien espere a Itziar y Lorea. «Sí, les esperamos, animaremos y nos sacaremos una fotografía juntos». Es imposible que algo que una la Behobia San Sebastián se pueda separar.
«Iba al monte, al gimnasio y después empecé a correr y la primera prueba a la que me apunté fue la Lilaton», cuenta Macu Zuzuarregi, que a sus 76 años se encuentra en un forma impecable y que solo esa lesión en el tendón de Aquiles le va a privar de correr la Behobia. Aquella Lilaton fue en 1990 y debutó en la Behobia-San Sebastián un año después, en 1991. Macu repasa ante la mirada de su hija y su nieta varias fotografías de las más de veinte Behobias que ha completado en los últimos años. «Esa fue la primera», les indica a ambas, -señalando la fotografía que está en la parte superior de este reportaje- y se acuerda perfectamente de la marca. «1 hora 51 hice aquella vez». Su hija Itziar no se acordaba «que el Boulevard donde llegaba la carrera es ahora la parte peatonal. ¡Uff! han pasado bastantes años», exclama con una sonrisa.Lorea, escucha atenta las explicaciones de su amona, que va pasando cada una de las instantáneas. «Aquí voy con tu abuelo», señala en un tramo de una edición que pasaba por el puerto. «Antes pasar por ahí era matador, sí, sí», rememora Macu, de 76 años, que ha vivido en primera persona la evolución de la Behobia. Desde que corrían un puñado de miles hasta ahora donde hay que poner un tope a la participación.
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