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En la vida hay experiencias que marcan. Y Jokin Bellido ha vivido una de esas en Iten (Kenia) durante tres semanas. Allí ha podido disfrutar de una de sus pasiones (correr), aunque de forma muy diferente a cómo lo hace en su día a día. ... Tras su regreso a Gipuzkoa, este atleta oriotarra de 29 años cuenta para DV cómo es entrenar en uno de los lugares más mágicos del valle de Rift, donde tantos medallistas olímpicos han crecido. Bienvenidos a 'la casa de los campeones'.
La idea nació hace ya meses. «Siempre he tenido alma viajera. Y Kenia llevaba tiempo en mi mente», confiesa este fisioterapeuta que compite en atletismo desde hace ya más de cinco años. «Iten es un paraíso para los corredores y descubrí que una pareja de argentinos organizaba viajes a través de una agencia para poder estar allí entrenando junto grupos de atletas kenianos. Me pareció un buen plan y me animé. He estado allí desde el 10 de febrero hasta el 5 de marzo. Ha sido una gozada. El motivo era correr y disfrutar de la experiencia de entrenar allí, una especie de 'training camp'. Pero he aprovechado también para hacer actividades».
La marca personal de Bellido en diez kilómetros en ruta es de 31:32, un crono que está lejos del récord mundial (26:24) de Rhonex Kipruto. Él es precisamente uno de los ídolos en Iten. «Pude visitar el colegio St. Patrick's, donde plantan un árbol cada vez que uno de los grandes atletas allí formados logra un éxito. Por ejemplo, allí han estudiado y han crecido atléticamente hablando David Rudisha (plusmarquista mundial de 800 metros y campeón olímpico en Londres 2012), el propio Kipruto...».
El oriotarra, pupilo de Kamel Ziani en el club que lleva su nombre, también hizo un safari, descubrió y alucinó con el mercadillo local de Iten e hizo un curso de cocina tradicional keniana «aprendiendo a preparar ugali, que se elabora con harina de maíz». Pero, sin duda, con lo que más ha disfrutado es con la experiencia de poder entrenar junto a fondistas locales. Y eso que sufrió de lo lindo. Le hicieron sudar.
«El día que llegué fui a rodar un rato con el argentino con el que había contactado. Iten está a unos 2.300 metros de altitud, por lo que al principio cuesta un poco adaptarse; a la larga es beneficioso para entrenar. Él me ofreció integrarme a un grupo de entreno de kenianos. Y, obviamente, acepté. No eran atletas olímpicos. Era un grupo humilde, de unos veinte fondistas; no conocidos pero que por aquí serían muy buenos», sigue Bellido, que se sintió como en casa desde el primer momento.
«Los domingos suelen quedar para entrenar muy temprano. A eso de las cinco de la mañana. Después suelen ir a misa. Es un día en el que aprovechan para hacer largos rodajes. Kilómetros y más kilómetros. Llegué y todos los integrantes del grupo de entreno me saludaron amablemente. El entrenador les dio una charla, algo habitual ya que suelen ir día a día y no acostumbran a saber qué series o ejercicios tienen en cada sesión. No les envían el plan de la semana. Ese domingo tocaba rodaje de 25 kilómetros. Los chicos a 3:20 cada mil y las chicas, a 3:45. Lo gracioso fue cuando el entrenador me preguntó con quién quería ir».
Bellido lo tuvo claro. Con ellas. «Le dije que lo intentaría. Eran muchos kilómetros a ritmos rápidos, por caminos de tierra, con poca luz... Ocho kilómetros les aguanté. Y eso que ellas me miraban y trataban de ayudarme». El atleta guipuzcoano pudo participar en algún otro «rodaje suave» e incluso en sesiones de fartlek. «Hacían un minuto a tope, por debajo de tres minutos el kilómetro. Y otro minuto recuperando, corriendo suave. Es espectacular verles cómo corren por caminos de tierra en grupos tan numerosos a esas velocidades». Por eso es 'la casa de los campeones'. Entrenan como lo que son.
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