Urgente Retenciones en la AP-I por un accidente en el túnel de Lesarri en Bergara, dirección Vitoria

Llevo cincuenta años corriendo y he participado en la Lilatón en unas siete u ocho ocasiones. Para mí siempre ha sido especial. Hubo una época en la que corría para ganarla; lo logré tres o cuatro veces. Después pasé a participar con mis hijas. Solía ... tener un calendario de competiciones muy específico y organizado, y había años en que, por fechas y coincidencia con pruebas de cross o pista, no podía tomar la salida. Pero el cariño a la Lilatón siempre ha estado ahí.

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Cuando empecé a correr (Rosi llegó a ganar, por ejemplo, las dos primeras ediciones del maratón de San Sebastián), éramos muy pocas las mujeres que participábamos en carreras populares. Era 'raro' si se nos veía por la calle corriendo. Yo lo he hecho prácticamente toda mi vida. Y, de hecho, aunque ya no compita, a pesar de que ahora esté en otra etapa, sigo saliendo siempre que puedo a hacer kilómetros. Continúa ilusionándome.

La Lilatón es una carrera que ha sido importante para que muchas mujeres hayan perdido la vergüenza para salir a la calle a correr, para calzarse las zapatillas y buscar llegar a la meta. Y seguro que también ha servido para que muchas empiecen con una rutina de entrenamientos y para que el deporte forme parte de sus vidad. Ver las calles repletas de chicas, de una marea que lucha por la igualdad, es especial. Con la Lilatón yo creo que lo que se busca es el empoderamiento de la mujer. Durante un día somos las protagonistas sobre el asfalto. A mí me ha pasado en muchas ocasiones lo siguiente: ir liderando una carrera popular en categoría femenina e ir rodeado de hombres, perdiendo completamente el protagonismo. Muchas veces se sabe quién es el primer atleta masculino porque llega solo, pero de la mujer poco se ve. En la Lilatón esa sensación es diferente.

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