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La fórmula de la felicidad copera sigue en manos del Tenerife, ese equipo milagro capaz de superar la ronda de cuartos en siete de las últimas ocho ediciones del torneo. Gran parte de la culpa la tiene el eterno Marcelinho Huertas, que a sus 41 años y ocho meses, el día en que se convirtió en el jugador más veterano en la historia de la Copa, decidió celebrarlo fulminando al Barça.
De un plumazo, el incombustible brasileño y su portentosa actuación se cargaron cualquier muestra de recuperación azulgrana de las últimas semanas. Y eso que el equipo de Joan Peñarroya parecía haberse entonado a tiempo para aspirar al primer gran trofeo de la temporada, una aspiración que negó el gran protagonista de la primera noche de Copa entre gritos de «MVP».
Nada hacía presagiar ese desenlace de un duelo que comenzó con acierto en el tiro de ambos equipos y un vibrante intercambio de canastas. Tanteo disparado y ni rastro de las defensas. Pasado el ecuador del primer cuarto el equipo aurinegro no pudo seguir el infernal ritmo ofensivo azulgrana, propiciando el primer arreón del Barça en el partido. Poderoso primer parcial culé (23-33), que aderezado por los picotazos de la Mamba Brizuela rompió el récord anotador en un cuarto inicial en la Copa.
Tenerife
Fitipaldo (15), Scrubb (9), Kramer (7), Doornekamp (9) y Guerra (14) -quinteto inicial-; Huertas (22), Sastre (2), Lluís Costa (-), Jaime Fernández (3), Abromaitis (5), Shermadini (5) y Kostadinov (-).
91
-
86
Barcelona
Satoransky (17), Punter (7), Parra (9), Parker (11) y Fall (6) -quinteto inicial-; Juan Nuñez (8), Brizuela (7), Abrines (5), Sarr (-), Anderson (3), Metu (9) y Willy Hernangómez (4).
Parciales: 23-33, 24-21, 19-19 y 25-13.
Árbitros: Pérez Pizarro, Cortés y González. Eliminado por cinco faltas Brizuela.
Incidencias: Partido de cuartos de final de la Copa del Rey disputado en el Gran Canaria Arena.
El Tenerife, como en casa en la grada a pesar de jugar en la isla rival, trató de aferrarse al partido frente a la sensación de superioridad azulgrana. Loable labor de los hombres de Txus Vidorreta, capaces de limar de forma muy ligera la renta del Barça al descanso, pese a los destellos de Kevin Punter y Jabari Parker. Eran los dos tipos llamados a marcar las diferencias en el torneo en favor del Barça, pero un problema físico apartó al escolta del duelo y ahí comenzaron los problemas para su equipo.
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José Manuel Andrés
Los puntos de Fitipaldo y el trabajo oscuro de Fran Guerra en la pintura permitieron al Tenerife hacer la goma y no irse del partido. Necesitaba algo más el conjunto canario para comprometer seriamente la continuidad del Barça en una Copa que el proyecto comandado por Peñarroya en el banquillo afrontaba como un posible punto de inflexión y ese paso estaba en la defensa. Dejó de permitir canastas fáciles y frenó la vorágine de puntos azulgrana para avistar a su rival a solo tres puntos con el 63-66.
El Barça pareció extinguir el fuego, pero ni mucho menos. Marcelinho Huertas, como si tuviera 20 años menos, se echó a su equipo a la espalda para rubricar la remontada a seis minutos del final (76-75). Se había declarado un incendio para el Barça, completamente cortocircuitado a partir de entonces. No tuvo ya capacidad de reacción y dice adiós a la Copa a las primeras de cambio, dejando a su técnico muy tocado.
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