Del lujo de la NBA a la apuesta personal por el baloncesto humilde

Fundó el Basquet Girona en 2014, aunque en 2011 ya tenía la idea rondando en su cabeza mientras jugaba en los Memphis Grizzlies y años después de que el Akasvayu Girona desapareciera por problemas económicos en 2008, club en el que dio el verdadero salto al estrellato. En 2017 se creó el equipo EBA, y en un lustro ha conseguido subir tres categorías: LEB Plata, LEB Oro y ahora la ACB. El proceso pudo ser más rápido, pero en la 2019/20 se encontró con el Juaristi en la Copa y con la pandemia después.

Respaldada por una cantera masculina de más de 400 jugadores, el Girona ha seguido creciendo hasta dar el salto definitivo este curso. El proyecto es sostenible por las etapas que el club ha ido quemando sin prisa, y aunque es evidente que ha habido una inversión económica en el fichaje de Fjellerup y la firma de Txemi Urtasun, el resto del equipo –Kawara, Franch, Sábat, Vecvagars, Vila, Stürup...– era inferior y no aspiraba ni de lejos al ascenso en la LEB Oro. Muestra de ello es que en la jornada nueve estaba con dos victorias y siete derrotas después de perder en la prórroga en Illunbe, empatado con el Iraurgi.

Además, el Basquet Girona es pionero en formar dos equipos –uno masculino y otro femenino– para competir en las nuevas competiciones que están surgiendo en el baloncesto 3x3. Por otro lado, la próxima temporada estrenarán el acuerdo de formación que ha firmado hace un mes con el Uni Girona, el equipo femenino de la ciudad, para potenciar la cantera y la practica del baloncesto entre las niñas.

Sumado el regreso del equipo de fútbol a la Primera División el mismo día que el de baloncesto, la ciudad vive deportivamente un momento ilusionante.