Solo falta ponerle la guinda al pastel

El polideportivo donostiarra se quedó pequeño para ver ganar al Bera Bera el primer partido de la eliminatoria final por el título liguero. Venció ante un Elche que comenzó plantando cara, pero que no pudo hacer nada ante la mejor versión de un Bera Bera imparable y difícil de tratar. Esta victoria en casa supone un punto de tranquilidad antes de viajar a Elche a rematar la temporada pasado mañana. Un empate les vale a las de Imanol Álvarez para hacerse con la Liga, y en caso de derrota tienen asegurado un tiempo extra de diez minutos en el que se decidiría todo.

El triunfo es importantísimo, especialmente porque las donostiarras demostraron una mayor amplitud de plantilla y de posibilidades. Al Elche las pilas se le agotaron mucho antes y el sábado, sin mucho tiempo para recargar baterias, se juega el enfrentamiento final.

No sorprendió que ambos equipos apostaran de inicio por una defensa asfixiante que impidiera al contrario encontrar espacios cómodos ni fluidez en ataque. Al conjunto donostiarra le costó abrir la lata, pero Maddi Aalla tampoco dejaba que lo hiciera el Elche. Fue Van Zijl –máxima anotadora con 11 goles ayer– la encargada de abrir el luminoso, pero no tardó Esther Arrojeria en aparecer. Dos goles de la central de Usurbil y otro de Maitane Etxeberria pusieron por primera vez al Bera Bera por delante, 3-2.

Sin un claro dominador en la primera parte, con seis empates en el luminoso y cuatro alternancias de dominador, las ilicitanas consiguieron imponerse y terminar la primera mitad con dos goles de ventaja, 11-13.

El acierto sería la asignatura pendiente para las de Bidebieta en la segunda mitad. Con seis paradas en la primera parte en cada portería, con buenas intervenciones tanto de Morales como de Aalla, las locales anotaron once de veintiséis lanzamientos, con tres balones al poste, mientras que las visitantes aprovecharon mejor sus ocasiones, con un doce de veintiún disparos.

Tras el paso por vestuarios el Bera Bera salió a por todas ante su gente. Laura Hernández levantó a un Gasca dispuesto a ayudara las suyas en la segunda mitad. Fue Shula Gavilán, con un potente disparo, la encargada de poner el marcador en tablas de nuevo.

Lo intentó con siete jugadoras de campo Rocamora, le salió bien para poner el 13-14. Pero respondieron Arrojeria y Lydia Blanco y el entrenador del cuadro ilicitano, tras el parcial de 4-1, decidió parar el cronómetro.

De poco sirvió. El conjunto donostiarra ya había despegado. Dos golazos de Mariane Fernandes, –ayer en su despedida del Gasca llegó a los 500 goles con la elastica azul–, y Erauskin desde los siete metros pusieron en tres la ventaja. Acto seguido, dos tantos seguidos de Esther Arrojeria, que aparece siempre que se le necesita, la ampliaron a cuatro antes de llegar al ecuador de la segunda mitad, 20-16.

A falta de los últimos diez minutos, y ante la inercia más que positiva de Bera Bera, la eliminatoria se puso de cara. Cuando Esther puso el 26-21, las bufandas al aire empezaron a volar para celebrar lo que se venía. El colchón de cinco puntos dio tranquilidad, y en un sistema en el que la diferencia de goles no importa, el público empezó a disfrutar de los últimos minutos del equipo en casa esta temporada, en unos últimos compases que sirvieron de preludio a la fiesta de despedida que se vivió justo al acabar.

Con lágrimas en los ojos, un gran ramo de flores y el aurresku que les bailó Libe Polidori, Loidi, Fernenades, Boada, Aalla, Silva, Blanco y Cavo se despidieron en un Gasca abarrotado que las ovacionó y que les transmitión su fuerza de cara al partido final. Solo falta ponerle la guinda al pastel.