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Un año ya sin Beñardo García. El presidente del Bidasoa campeón de Europa falleció en las Navidades de 2023. Pertenecía a esa vieja estirpe de ... hombres –todos eran hombres en aquella época– de acción, de personalidad expansiva, carismáticos, duros y a la vez generosos, convencidos de estar cumpliendo una misión. Personajes únicos, irrepetibles. Su imagen levantando el trofeo de campeón de Europa de 1995 en un ya vacío pabellón de Zagreb después de que la policía hubiera desalojado a 12.000 fanáticos locales capaces de cualquier cosa enfebrecidos por la derrota, las guerras yugoslavas y la monumental actuación del serbio Nenad Perunicic liderando al Bidasoa es historia. Ningún otro club vasco ha ganado el máximo título continental y nada invita a pensar que vaya a conseguirse de nuevo, al menos en el futuro que permite intuir la imaginación.
Beñardo García fue el autor de una obra monumental, porque la Copa de Europa no es un acontecimiento más, es historia, cultura, ideas, expresión de la voluntad de progreso económico y social. Uno de los primeros signos de integración en un continente dividido, anterior al Tratado de Roma, origen de la UE. Solo el deporte, las copas de Europa, tuvo siempre salvoconducto para saltar por encima del telón de acero.
El palmarés de la Copa de Europa refleja la historia de los últimos 70 años y ahí aparece el nombre de Irun, porque Beñardo García lo decidió así. Como todo en Europa, hay que mirar al mapa para explicar las razones profundas del proceso que llevó al cielo a un equipo que jugaba en un frontón. Trabajador de Aduanas, comprendía la dinámica de esa línea trazada sobre el Bidasoa y vio que, por una vez, podría impulsar una buena causa. La frontera, que ha marcado la personalidad de la ciudad, tenía que devolver a Irun algo. Beñardo, que había estudiado varios años en Iparralde, convenció de su idea a Jean Claude Poirrier, referente de la industria del chocolate en Francia y dueño de Elgorriaga. José Antonio Errazkin, el gerente de aquel Bidasoa, recordaba cómo «Beñardo tenía gran facilidad para relacionarse con la gente, como con el dueño de Elgorriaga, a quien era capaz de convencer de que invirtiera muchísimo sin que tuviera ni idea de nuestro deporte. Vivimos la época gloriosa de los 90».
La dimensión de esa gesta no se puede exagerar. El Elgorriaga volvió a jugar la final un año más tarde y perdió con el Barcelona. Beñardo García ingresó en el club como directivo en 1974 y en 1979, con 31 años, ya era presidente. Lo fue en tres etapas: 1979/1987, 1988/1992 y 1994/1999. Fue el impulsor del traslado del frontón Uranzu a Artaleku, conquistó su primera liga en 1987 e inició una década prodigiosa que llevaría al club a ganar esa Copa de Europa y también la Recopa de Europa, la Liga, dos copas, una Copa Asobal y una Supercopa. Participó en la decisión de 1976 de mantener al frente del banquillo a Juantxo Villarreal pese a haber descendido en su primera temporada como entrenador. Seguiría al frente del equipo 22 temporadas, hasta 1997.
En aquella decisión se lee una forma de entender el club y la competición, la filosofía clásica y dominante en el deporte vasco de basarse en el talento propio. El Bidasoa, que había ganado la Liga de 1987 con todos de Irun, uno de Pasaia y dos yugoslavos, conquistó Europa gracias a su salto económico, que le había permitido hacer fichajes muy potentes (Svensson, Perunicic, Kisselev...). Con la desaparición de los grandes patrocinadores en los clubes locales, el talento de casa volvió a sujetar al club en la durísima travesía por el desierto en la primera década del siglo XXI. El Bidasoa llegó a caer a División de Honor Plata, pero basándose en el trabajo de cantera consiguió regresar en 2013 y ha recuperado su brillo en los últimos años. Es referente en la Liga Asobal tras el intocable Barcelona y sigue adelante en Europa como líder de grupo.
En la historia del deporte guipuzcoano moderno, Beñardo García se sienta en la mesa con otros visionarios como Josean Gasca o José Luis Orbegozo. La visión intelectual del primero, con ojos en todas las últimas novedades, hizo nacer el Askatuak y dar con fenómenos como Essie Hollis. El gran presidente de la Real no solo hizo un equipo campeón sino que compró Zubieta para plasmar su visión de club de cantera. Con perfiles diferentes, no fueron idealistas aunque soñar en grande fue su gasolina. No fueron idealistas porque su obsesión común fue hacer. Que las ideas se demostrasen con los hechos.
La Copa de Europa al aire de la noche de Zagreb es un momento mitológico de la historia del deporte vasco. Sucedió porque Beñardo García lo quiso así. Y lo que decía, se hacía.
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