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El ciclismo es su pasión. Asier sostiene una bici, su arma profesional tantos años y hoy compañera para disfrutar en paseos.
Asier Maeztu: «Tenía cuerda para Río, pero topé con el seleccionador»
Ciclismo

Asier Maeztu: «Tenía cuerda para Río, pero topé con el seleccionador»

Labró una gran carrera profesional en la pista, con medallas de bronce en un Mundial y en los Juegos de Atenas. Colgó la bici hace un año y ejerce de técnico de la Vasca

TITO IRAZUSTA

Domingo, 20 de marzo 2016, 11:48

Ciclista de profesión, que se colgó una medalla olímpica en Atenas. Asier Maeztu (Donostia, 1977) ha sido uno de nuestros mejores pistard. El pasado año colgó la bicicleta al verse desplazado por el seleccionador. Esperaba poder llegar a Río, porque se siente con fuerza, pero vio cerrada la puerta y decidió dejar su vida del deporte activo después de diecisiete años en primera línea. Ahora trabaja en la empresa Comet en Urnieta, donde hicimos la entrevista, de nuevo rodeado de elementos para la bicicleta que tanto conoce.

- Hola Asier. ¿En Urnieta?

- Pues sí, hay que trabajar y he tenido la suerte de que Comet me haya abierto esa posibilidad, estoy en el departamento de ventas. Es lo que toca después de tantos años de vivir montado en una bici.

- ¿Nota mucha diferencia?

- Es mi primer trabajo desde que colgué la bici, aunque también era trabajo además de hobby lo que he hecho hasta hace unos meses, profesional, aunque en la ficha no lo pusiera, pero vivía de ello.

- ¿De qué dependía su sueldo?

- Del puesto en que quedara en las carreras, de los Juegos Olímpicos o el Mundial. Dependía de las becas, tanto del ADO, como de Basque Team, también de Kirolgi... Tenemos la suerte de que aquí disponemos de varios estamentos que te ayudan, cosa que en otras comunidades no lo tienen. Pero se acabó vivir del ciclismo como profesión, aunque sigo ligado a la bici de una forma diferente.

- ¿Cómo lleva el cambio de vida?

- Al principio me costó un poco cambiar de chip, porque he estado toda la vida haciendo siempre lo mismo, con las salidas a entrenar y un horario que me lo ponía yo... Había unos días más duros y otros sólo eran para soltar piernas... Y cuando dejas eso y te encierras en una oficina los primeros días, por la novedad, se pasan rápido. El siguiente mes ya se me hizo un poco más complicado estar encerrado, pero no me costó hacerme al nuevo trabajo y también salgo a hacer visitas así que estoy contento.

- La bici ahora para disfrutar...

- Sí. Sigo teniéndola cerca, pero ya como elemento para disfrutar. Me gusta andar en ella los mediodías y es la manera de seguir manteniendo la forma. Después de tantos años metiendo muchas horas al día no es momento de dejarlo de golpe, más que nada por salud, y porque, además, el cuerpo me pide cancha.

- ¿Por qué lo ha dejado?

- Por mí hubiera seguido un año más. Es año olímpico y me veía con gas para llegar a Río y hacer un buen papel. Estaba en tiempos, pero el seleccionador actual, Salvador Meliá, no quiso contar conmigo el año pasado para el Mundial y durante el año sentí que me tomaba el pelo. Me mintió, no fue honesto conmigo y al ver el panorama, sin posibilidad de conseguir las becas y las ayudas, no era viable poder seguir compitiendo. Había que buscar otros ingresos, porque uno tiene familia y hay que pagar las facturas. Como el dinero no llueve del cielo tuve que tomar la decisión de bajarme de la bici.

- Por lo que cuenta, su etapa de ciclista tampoco ha sido fácil...

- Pues es verdad. En tanto tiempo ha habido momentos buenos y otros no tanto, como puedes imaginar. Ha habido años complicados y las cosas no fueron justas. La prueba que yo disputaba es una carrera de cronómetro y el reloj pone a cada uno en su sitio. Y cuando ves que no cuentan contigo sin un motivo convincente ni criterio de ningún tipo y te apartan, la impotencia es bastante grande. Ha habido años en que he aguantado eso, tiré para adelante, volví a donde tenía que estar y seguí demostrando que era válido para esas pruebas, hasta que ahora ya no podía ser más...

- ¿Su carácter le cerró puertas?

- No lo creo. Tengo un carácter tranquilo, es verdad que a veces me enfado, como todo el mundo, y puedo llegar a decir cosas que las siento en el momento porque me parecen verdades. Haberlo dicho me ha traído problemas. Seguro que habrá veces en las que me he equivocado y he dicho cosas que no tenía que decir, pero en el momento en el que lo dije pensé que era lo correcto. ¿Arrepentirme? A nivel deportivo creo que he sido honesto con mis responsables, nunca dije ningún disparate, aunque reconozco que la última conversación con el actual seleccionador fue bastante tensa. Le dije lo que pensaba de su persona...

- ¿Cómo llegó a la pista?

- Había probado la pista de juvenil, pero muy poco. Me llamó Jon Lasa, que estaba en la Federación Guipuzcoana y me propuso junto a mi entrenador de entonces, Iñaki Zabalegi, que hiciera pista. Me facilitaron una bicicleta de la federación... Empecé ganando, le cogí el gusto y hasta aquí. Fue en 1998 y un año después corrí en el Kaiku. Empecé a participar un poco más con la selección española y vi que iban a contar conmigo. En 2000 me integré mucho más, con todas las concentraciones, casi siempre fuera de casa, lo que me llevó a abandonar los estudios. Reconozco que no era muy aplicado, faltaba mucho a clase y aposté por la bici. Por suerte me fue bien.

- ¿Entonces ya sentó la cabeza?

- Pues sí. Con menos de veinte años no piensas lo que deberías pensar, lo que es y lo que está por llegar. Aunque te lo repitan en casa, te suena a discurso... Ahora me doy cuenta cuando veo crecer a mi hijo. Tengo que estar pendiente de lo que hace.

- Así que se centró en la bici y afronta grandes retos...

- Según vas compitiendo te pones en tu prueba y en 2001 empezamos en la persecución por equipos, con Jaume Mas, una gran persona dentro y fuera, que hizo un equipazo con Sergi Escobar, Carlos Castaño y Carlos Torrent. Cuando hay buen ambiente y las cosas se hacen bien salen los resultados.

- Éxito en el Mundial...

- Desde luego que sí, e inesperado. Fue en Australia y aunque sabíamos que íbamos bien, no tanto como para llegar al bronce que conseguimos. Fuimos con antelación, entrenamos mucho en Adelaida y eso pudo ayudarnos. Había mucha presión porque el objetivo era conseguir plaza para los Juegos de Atenas y aquello nos dio un empujón para intentar repetirlo en la cita olímpica.

- ¿Cuanta más presión, mejor?

- Para mí, sí. Yo era de los que entrenando andaba bien y en competición daba más, el 110%. Tenía la capacidad de rendir un poco más en plena carrera y eso es algo positivo, un valor añadido. Ese nervio de la competición, si se convierte en positivo, como me pasaba a mí, te ayuda a rendir mejor. Suele ser más normal que te pase lo contrario, que la presión te bloquee, pero en nuestra profesión, tan explosiva, requería saltar como un muelle.

- Llegamos a Atenas...

- Pensábamos quedar entre los cinco primeros, nunca quisimos pensar en medalla hasta que la conseguimos. Ganó Australia, por delante de Inglaterra, y nosotros les ganamos a Alemania por el bronce. Teníamos un gran equipo, que ofrecía garantías de futuro. Tengo un montón de recuerdos buenos de los Juegos de Atenas. Ahí está la medalla y el diploma, Por cierto, el diploma de Pekín de 2008, en el que fuimos séptimos, me acaba de llegar. Imagino que lo tenían perdido en algún despacho de Madrid y al hacer limpieza han dado con ellos. También me ha hecho ilusión recibirlo, aunque sea siete años después.

- ¿Y de Londres 2012?

- Qué mal recuerdo de aquello... Me llevé un palo muy fuerte por no poder acudir. Estaba en mi mejor momento a nivel de marcas y a dos meses de Londres tuvieron que operarme de urgencia de apendicitis estando concentrados en Sierra Nevada. Se esfumó el sueño olímpico de Londres, porque aunque hice todo lo que pude para llegar, me faltaba el punto necesario. Estuve de reserva, pero finalmente no pudo ser. Me hacía mucho ilusión que mi hijo, que era muy pequeño entonces, hubiera ido a verme y por eso tenía esa espina de intentar resarcirme en Río, pero me lo han fastidiado...

- ¿Qué ha sido para usted el Velódromo de Anoeta?

- Hubo un momento en que era mi segunda casa, entrenaba mucho allí. Luego fui dejándolo para cosas puntuales, porque andaba de aquí para allá con la selección. Me encantaba estar allí.

- ¿Por eso sigue en la pista?

- Me gusta enseñar, ya lo he hecho con chavales a los que he visto entrenar conmigo y colaboré también con la escuela de Oarsoaldea. A la propuesta que me ha hecho la Federación Vasca para entrar como técnico de pista sólo podía contestar que sí. Quiero estar con los chicos y chicas que corren en la pista, porque es lo que ahora me motiva. La bici es mi pasión y busco tiempo de donde no tengo, quitando otra vez de mi familia, aunque cuento con la comprensión de mi mujer Oiane...

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