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Ana Vega
Martes, 19 de julio 2016, 09:31
A pesar de que siempre ha practicado deporte, sorprende saber que la última ganadora de la Quebrantahuesos 2016 comenzó a interesarse por el ciclismo hace tan sólo ocho años. Empezó haciendo salidas con el Bera-Bera, club en el que sigue, y de ahí a meterse a participar en pruebas populares sólo hubo un paso. Todo gracias a una bicicleta estática que tiene en casa, «si no, es imposible sacar tiempo para entrenar», señala Monika Daza, donostiarra de 42 años y madre de dos hijos que tiene en su marido Asier su mejor aliado a la hora de entrenar y prepararse para las pruebas.
Esta pareja siempre afronta así sus retos deportivos, en pareja. «Asier va siempre dos metros por delante, animándome e intentando que yo vaya más rápido, sin él y sin el resto del grupo no habría conseguido llegar la primera en la Quebrantahuesos». Esta ha sido la octava participación de Monika en esta popular cita cicloturista que levanta pasiones entre los aficionados al ciclismo. Más de 7.000 ciclistas tomaron parte en esta prueba que recorre 200 kilómetros con cuatro puertos de montaña a través del Pirineo aragonés y francés. «La primera vez que terminé, en 2008, fue una satisfacción enorme, nunca pensé que podría acabarla, pero ese día me di cuenta de que la mayoría de los objetivos se pueden cumplir, siempre y cuando realmente desees hacerlo y te esfuerces en ello».
Monika y Asier llevaban varios años sin excesiva dedicación a la bici. «Haciendo de todo y haciendo nada. Hicimos un triatlón de invierno, hemos hecho varias Behobias, nos apuntamos a la Altitoy pero el año pasado decidimos intentar centrarnos toda la temporada en la bicicleta y mejorar nuestro rendimiento teniendo en cuenta las limitaciones que tenemos por el trabajo, la casa, los niños....». Se pusieron en contacto con Krutx Larre y Ainhoa Aierdi, expertos en preparación deportiva a los que conocían de oídas por su participación en las 24 horas de Lemans en bicicleta. Según explica Krutx Larre, la preparación de Monika se centró en tres aspectos, «mejorar la postura sobre la bicicleta; un entrenamiento ajustado a su horario diario laboral y familiar y la corrección de hábitos nutricionales y habituación de alimentarse e hidratarse durante los entrenamientos».
Cuentan las crónicas deportivas que la Quebrantahuesos 2016 ha sido una de las ediciones más exigentes que se recuerdan debido a la malas condiciones climatológicas. «El día anterior fue un poco duro porque ya nos estaban avisando del mal tiempo que iba a hacer durante la prueba y entonces te das cuenta de que todo el esfuerzo y el tiempo que has dedicado puede que no sirva para mucho, pero estas cosas son así».
La clave, Portalet
Monika Daza recuerda con ilusión aquella jornada tan dura. «La bajada del puerto de Somport fue un suplicio, con frío y empapados, estábamos deseando de que llegase el ascenso a Marie Blanque para entrar en calor». Fue en este punto cuando Monika vio a su alcance a Patricia López Regaño, que ha sido su referencia durante estos últimos años, «mujer trabajadora, con hijos y un ejemplo de que, con mucho esfuerzo, es posible hacer unos tiempos impresionantes». Todavía les esperaba la subida a Portalet, «en este punto agradezco los consejos de Krutx Larre que nos recomendó que hiciéramos varios entrenamientos allí así que subimos el puerto conociéndolo mucho mejor y sabiendo cómo trocearlo y abordarlo. Esta subida es clave para hacer una buena Quebrantahuesos», explica la donostiarra.
A falta de 15 kilómetros para la meta, Monika y Asier reciben el empujón que les falta para terminar a tope. Sus hijos están ahí para darles bidones y al pasar saltan de alegría gritando a su madre que va en primera posición. «¡Ama! ¡Eres la primera!». «Los últimos kilómetros siempre son muy difíciles. La gente está nerviosa, cansada y con ganas de llegar pero al finalizar la alegría es inmensa. Fui la primera mujer en llegar con un tiempo de 6.51 que no es muy bueno pero dadas las circunstancias me deja muy satisfecha».
Lejos de descansar tras la prueba, Monika se lanzó a participar dos semanas después en La Marmotte, una de las pruebas cicloturistas más duras de Europa con 175 kilómetros y 5.100 metros de desnivel que asustan. Para el año que viene no tienen ningún objetivo marcado. «Llevamos ya un tiempo dándole vueltas, me gustaría hacer algo en plan familiar, pero ya veremos». Algo se les ocurrirá.
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