Txomin Perurena, exciclista
Txomin Perurena: «No me fui por dinero al Kas; ganaba menos que en Fagor»Secciones
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Txomin Perurena, exciclista
Txomin Perurena: «No me fui por dinero al Kas; ganaba menos que en Fagor»Txomin Perurena hizo repaso para DV a su dilatada carrera, toda una vida ligada a la bicicleta y al ciclismo, con motivo de su 70 cumpleaños. Le avalan 158 victorias como corredor y un talante que le ha permitido superar esa cifra a la hora ... de hacer buenos amigos allá donde ha estado.
-¿Cuándo fue la última vez que montó en bicicleta?
- Desde que me retiré en 1979 he montado dos o tres veces. El último fue un día que fui hasta Carrocerías Zizurkil. Hará por lo menos veinte años. Cuando corría tuve un par de roces en los que me salvé por un centímetro. Así le arrancaron la pierna a Antonio Blanco y así murió Talamillo. No acabé asqueado, pero no me dio por andar en bici. Respeto y admiro a los cicloturistas. Les tengo envidia sana.
- ¿Cuántos kilómetros recorrió en bici como profesional?
- Jamás he llevado la cuenta. No apuntaba ni los kilómetros ni los días de competición. Langarica nos decía que en la maleta metiéramos el casco, obligatorio por aquel entonces en países como Bélgica, y el pasaporte. Y adelante.
- ¿Recuerda su primera carrera?
- Fui con mis amigos en bicicleta a una prueba ciclista de Altzibar, en Oiartzun. Para entonces ya vivía en Astigarraga, aunque todavía no era el León de Astigarraga. No hacía falta licencia y me animaron a participar. Justo en la salida me embistieron por detrás y tuve problemas mecánicos. Por eso no me gusta recordarla como la primera, aunque luego Julita, mi segunda madre, me dio un ramo de flores.
- ¿Cuál fue el debut bueno?
- Una carrera de juveniles en Nuarbe. Salí al estilo Merckx, a disputar todo. Esprintaba por todas las primas. El cura de Nuarbe, que era de Astigarraga, me dio una propina de 20 pesetas por ser tan activo.
- ¿Su primera victoria?
- En Altsasu, con el equipo Peña Otaño-Adagor de Hernani. Al sprint.
- ¿Y como profesional?
- Si no recuerdo mal fue en la Bordeaux-Saintes, una clásica francesa de segunda. Era mi primer año de profesional, con Fagor en 1966. El equipo tuvo problemas con la organización de la carrera de Amorebieta y decidió ir a Francia. Segundo hizo Darrigade... pero no André, sino su hermano. También era rápido.
- ¿La victoria más bonita?
- La que más ilusión me hizo fue mi primera etapa en el Giro de Italia. También la primera de la Vuelta a España, en Bilbao, el primer Campeonato de España, en Barcelona, y el de Montaña en Basakabi. También conservo un excelente recuerdo del Campeonato de España por regiones con un equipo guipuzcoano formado por tres oiartzuarras: los hermanos Lasa y yo. Dejamos una marca.
- ¿La más meritoria?
- Una de aficionado en Oñati. Iba en un grupo de escapados y pinché muy cerca del final. Cambié el tubular a mano, les di caza a la entrada del pueblo y gané.
- ¿La más apretada?
- En una etapa de la Vuelta a Levante con Javier Elorriaga de rival. Creía que había ganado él y así se lo dije en euskera. Los jueces, que eran tres, me dieron ganador. Elorriaga me invitó a que les repitiera lo que le había dicho a él nada más cruzar la línea de meta. Pero para entonces ya se me había olvidado lo que había dicho...
- ¿La derrota más dolorosa?
- La Vuelta a España de 1975. Llegué de líder a la contrarreloj del último día, que era en Donostia. Tomé la salida mentalizado de que podía perder la carrera porque Tamames, Lasa, Ocaña, Kuiper y yo estábamos en un pequeño margen de tiempo. El silencio cuando entré al velódromo para recorrer los últimos metros lo dijo todo. Lo peor fue acabar segundo y que fuera el último día.
- No le gusta demasiado que le recuerden por su victoria en la montaña del Tour.
- Suelo añadir que «y alguna otra cosita». Es como cuando un niño coincide con Indurain en un restaurante y le dice a su padre que ha visto al de Danacol. En un primer momento lo hubiera cambiado a gusto por una victoria de etapa en el Tour. Con el tiempo, sin embargo, valoro el trabajo de hormiguita que hice con unos sprints de aquí te espero. En los puertos pequeños no ponían ni pancarta de montaña y a veces hacíamos tres o cuatro sprints por subida hasta que acertábamos. Así todo el Tour.
- ¿Sostiene que no ha habido mejores ciclistas que Merckx y Coppi?
- Es imposible comparar a ciclistas de distintas épocas. Lo justo para calibrarles sería meterles en el mismo pelotón, pero no puede ser. Si nos limitamos al historial, me quedo con Eddy Merckx.
- Su carrera preferida.
- Sentía especial predilección por la carrera de Amorebieta, el Circuito de Pascuas y la prueba de Ordizia. En cuanto a vueltas grandes, de chaval siempre tenía en la cabeza participar un día en la Vuelta a España. Veía más lejano el Tour. Luego, sin embargo, el Giro me hizo muchísima ilusión.
- Un puerto.
- Los mejores para mí eran tipo Escudo, duros pero escalonados. Me iban peor los de ritmo continuo. Siempre digo lo mismo. No hay puertos ni duros ni suaves. Depende del ritmo al que se suban.
- La subida que se le ha hecho más dura.
- La última vez que subí el repecho de Oriamendi, la última vez que monté en bici, ya retirado. Quise agarrarme a algún camión, pero temí que alguien me viera...
- ¿Echó pie a tierra alguna vez?
- Es un borrón que todavía no he perdonado al causante. En una crono de la Vuelta a Levante, disputada en dos tandas, subíamos a una cantera cerca de donde vivía Vicente Belda. Había barrillo y el de Concentaina decidió regar la carretera. Coincidió que en el equipo no había piñones adecuados para todos y salí con un 23 o un 25. No se había secado el piso cuando llegué yo. No podía ir de pie sobre la bici porque patinaba y no tenía piñón suficiente para ir sentado. Faltaban quince o veinte metros para cruzar la línea de meta. No podía dar pedales, eché la mano a la correa, saqué el pie del pedal y justo cuando lo apoyé en el suelo llegó San Emeterio, mi director, desde atrás para empujarme. Todavía se la guardo a Belda.
- Era un buen esprinter, pero también vencía en solitario.
- A veces me daba el ramalazo.
- Recuerdo un Campeonato de España en Estella. El final en Iratxe le iba como anillo al dedo, pero se escapó y le cogieron cerca de meta.
- Una locura que salió mal. En 1976. Si hubiera ganado, lo habría hecho a lo campeón. Sin embargo, me quedé en excampeón porque perdí el título ganado el año anterior.
- ¿Le quedó clavada la espina de no obtener ninguna medalla mundialista?
- Estando en activo, no. Tampoco he perdido el sueño por eso. Donde más cerca pude tenerlo fue en el Mundial de Barcelona, en 1973. En el entrenamiento de la víspera cometí el error de beber un zumo de piña muy frío de una jarra. Tuve un corte de digestión. Pasé toda la noche visitando al amigo Roca y disputé el Mundial con cuatro galletas Chiquilín y dos trozos de membrillo. Aún así provoqué el corte decisivo en Montjuic. Miré a Ocaña y no hizo falta decir más. Se fue con Merckx, Maertens y Gimondi.
- ¿Por qué no corría la Lieja-Bastogne-Lieja y la Flecha Valona?
- Nunca tuve demasiado ambición de correr en el extranjero. Posteriormente me he dado cuenta de que había pruebas importantes a las que podía acoplarme. De lo que no tengo ninguna pena es de la París-Roubaix. Acudí una vez y, por fortuna, pinché a la entrada del primer tramo de adoquín.
- Hace poco he visto la foto del Fagor empujando a Luis Ocaña en el Balón de Alsacia.
- Algunos lo confunden con la caída del conquense en el descenso de Mente en 1971. Fue en un Tour anterior, en los Vosgos. Se cayó en el descenso del puerto anterior al Balón de Alsacia. No era de los que dominaban la bici. Entre la sangre que perdió y el esfuerzo para cazar antes de llegar a la subida final, llegó inconsciente. Estábamos en Fagor y le esperamos Gabika, López Rodríguez, Manuel Galera, Santamarina y yo. Había una ligera bajada de cien metros antes de llegar a meta en la que nos costó más mantenerlo en equilibrio que en toda la ascensión.
- Si le dieran a elegir entre Ocaña, Delgado y Contador, ¿con quién se quedaría?
- Papeleta complicada. El mejor Contador, no el de las dos últimas temporadas, es temible. Delgado fue un grandísimo corredor muy inteligente, pero menos espectacular que Ocaña. Los tres me han permitido disfrutar de las carreras.
- Supongo que coloca a Indurain por encima de ellos.
- Se lo ha ganado por derecho propio. Las cinco victorias en el Tour marcan mucho. Si metiéramos a todos en una olla, saldría un caldo excelente.
- ¿Qué fue Fagor para usted?
- Me quedo con el entorno del equipo desde la primera temporada, cubierta en el pelotón amateur, con la ilusión de Agustín Mondragón, Sampedro... Los sábados y domingos estaban en las carreras. Conocí al padre Arizmendiarrieta. Existía una relación muy directa entre patrones y corredores.
- ¿Se marchó por dinero al Kas?
- Al contrario. Me pagaron menos de lo que me daban en Fagor. La razón del cambio fue mi experiencia en Fagor-Mercier el año anterior. Quedábamos Errandonea y yo. Fuimos al Tour y salíamos del hotel con los bolsillos vacíos, sin comida. Había que conformarse con las galletas Germinet que había en el hotel. Nuestro director recogía del suelo los bidones de los equipos rivales. Si cambiabas de culote, tenías que pagar una cantidad, aunque es verdad que la casa Fagor abonaba los nuestros. La experiencia francesa fue mala.
- ¿Cómo era aquel Kas?
- Siempre lo conocí como un bloque. Exceptuando a Fuente, adolecía de un gran líder para la general. Me vino bien porque el bloque recurría al sprint para buscar la victoria. Tuve mucho apoyo y a un gran lanzador como Linares a mi servicio. En Fagor me enseñó mucho Otaño y tuve la ayuda de Mendiburu.
- Alguna vez me ha confesado que recibió ofertas de Italia.
- Hubo inicio de conversaciones con Salvarani, el mejor equipo italiano de la época, el de Gimondi, y con Scic, que fichó a Miguel Mari Lasa. Sucede que en Kas su director, Langarica, te ofrecía renovar el contrato mediada la temporada y comenzabas de inmediato a cobrar las cantidades del año siguiente. Ni se me pasaba por la cabeza pedir un aumento porque tenía otras ofertas. Corté las conversaciones desde el inicio.
- ¿Se retiró de alguna carrera para preparar otra o reservarse?
- Jamás. Todas las organizaciones merecen un respeto y nunca he sido partidario de abandonar a la ligera. Para mí, era una cuestión de dignidad.
- Fue subcampeón del mundo de 100 kilómetros en Lasarte como amateur.
- Formábamos el cuarteto Mariano Díaz, López Rodríguez, José Manuel Lasa y yo. Italia se llevó el oro por 18 segundos. Nos falló nuestro mejor hombre sobre el papel, López Rodríguez. Era muy amigo de Pérez Francés y no sé qué hicieron la víspera. Falló desde el primer kilómetro y le dejamos tirado.
- ¿Echa en falta a gente con el arrojo de Peli Egaña, Patxi Alkorta o el propio Miguel Madariaga?
- Tienen que existir hombres de ese estilo y ese talante. El ciclismo no se entiende de otra manera. Siempre ha sido un deporte que ha entrañado riesgo para quienes se metían en esta aventura. Peli Egaña lo hizo cuando no estaba tan claro salvar los presupuestos. Sólo le salió mal la última vez. Patxi Alkorta siempre fue un apoyo para Peli. Madariaga, por su parte, ha sido un hombre importante para el ciclismo vasco como impulsor y alma del Euskadi y de Euskaltel.
- El mejor sprinter al que se ha enfrentado.
- Muchos. Desde Van Looy, con el que no coincidí en su mejor época, a Godefroot, Marino Basso, Guimard, Van Linden, Zandegu, Sercu... Fue una gran generación de velocistas.
- El mejor sprinter que ha visto.
- Cuando se le cruzaban los cables, Eddy Merckx.
- Pasemos a los escaladores. ¿Bahamontes o «El Tarangu» Fuente?
- Pertenecen a dos épocas distintas. Siento un gran respeto por Bahamontes como corredor. Era un fuera de serie y posiblemente el mejor del mundo. Pero me quedo con los espectáculos que ofrecía El Tarangu, que en el Giro puso en verdaderos aprietos a Merckx en más de una ocasión. Era rompedor.
- ¿Fueron mejores que Pantani?
- Fuente guardaba semejanzas con Pantani. Vi llorar a los tifosi en Italia cuando Fuente cogía una de sus pájaras -luego se demostró que se debían a sus problemas renales-. El Tarangu hacía cosas que no se las he visto a nadie. Cuando metía el plato grande había que echarse a temblar.
- ¿Habrá tenido alguna caída tonta?
- Una en la Volta a Cataluña cuando fui a separar a Luis Ocaña y Sáez, que se habían enzarzado. Se me salió el codo y gracias a ese accidente pude asistir al parto de mis dos hijas gemelas.
- Hablemos de directores. Perico Matxain.
- Me gustaba su inquietud por estar al día, por el material. Con él conocí las camisetas de seda para la contrarreloj. Siempre estaba al último grito. Tenía una obsesión: su lucha particular con Langarica, un hombre de prestigio.
- Dalmacio Langarica.
- Infundía respeto. Ahí está su historial. En una época en la que era difícil la comunicación inmediata entre director y corredores, me dio mando en carrera, la responsabilidad de dirigir a mis compañeros. En sus cálculos entraba que yo fuera director del Kas al retirarme.
- Antón Barrutia.
- Un amigo. Capaz de darte todo lo que tiene. Imprevisible en carrera. En un Gran Premio de Bizkaia nos ordenó ir tranquilos hasta el avituallamiento, pero los organizadores le pidieron mover la carrera. Mandó atacar a uno de los novatos y nos pilló desprevenidos a los compañeros.
- Eusebio Vélez.
- Calculador. En la primera reunión con los ciclistas nos dijo lo siguiente: «Estoy abierto al diálogo, pero aquí se hace lo que yo diga».
- Julio San Emeterio.
- Se portó muy bien conmigo en mi último año, 1979, ya en las filas de Teka. Me sobró esa temporada. Supo entender que ya no estábamos a gran nivel y apreció otras labores que desempeñé, como la de ayuda a Dejonckheere en las llegadas.
- Hable de sus seleccionadores.
- Tuve dos. Saura en la primera época y después Mendiburu, que ejerció magníficamente su labor.
- El mejor corredor al que ha dirigido.
- He tenido la suerte de dirigir a muchos muy buenos: Lejarreta, Cabestany, Delgado... Como ejemplo de todos pondría a Kelly, al que tuve en Festi
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