![Bernal se alcanza a sí mismo](https://s2.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/202105/16/media/cortadas/egan-RMJFqU3jve2yscGyYA6Ov1M-1248x770@Diario%20Vasco.jpg)
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Egan Bernal (Ineos) protagonizó una hazaña en el tramo de sterrato que conducía a su victoria y a la maglia rosa en Campo Felice: se ... alcanzó a sí mismo. Alcanzó al maravilloso ciclista que ganó el Tour de Francia de 2019, el más joven en un siglo. Al colombiano que sube como los ídolos cafeteros de todos los tiempos y corre como los mejores europeos. Al chico que iba a marcar una época. A ese corredorazo alcanzó ayer Egan Bernal tras dos años de sacrificios sin fin en la lucha contra unos problemas de espalda causados porque tiene una pierna 1,7 centímetros más corta que la otra. Unos problemas de espalda que olvidó primero para viajar a Europa, después para ser profesional y más tarde para convertirse en un campeón. Pero que el año pasado, en pleno Tour de Francia, le obligaron a decir basta cuando era el ganador en ejercicio.
A todo eso puso fin ayer en los 1.600 metros de camino de tierra de Rocca di Cambio, un lugar que puede ser clave en su carrera. Bernal tiene 24 años. Su arrancada fue un espectáculo absoluto, de ambición, rabia, técnica, clase y sentido histórico. Sabe que es el momento que definirá su lugar en los libros. Fue un ciclón sobre la tierra roja de las montañas de los Abruzos, pero al bajar de la bici y quitarse la capa de súper héroe, apareció el hombre. Entre lágrimas, aseguró que «esta victoria y la camiseta rosa, aunque solo sea por un día, valen todos los esfuerzos que he tenido que hacer». Y lloró.
Bernal se está enfrentando al descomunal reto de volver a ser Bernal. Y sus lágrimas en la cima de Campo Felice descubren que la presión que lleva sobre sus hombros es casi insoportable. En este tiempo, algunos habían dado por acabada su carrera y no pocos expresaron dudas sobre su verdadera recuperación para el máximo nivel.
Bernal es el quinto colombiano en vestir la maglia rosa, tras Rigoberto Urán, Nairo Quintana, Esteban Chaves y Fernando Gaviria. Y ya se sabe que los colombianos corren con todo su país a la espalda. Y esa responsabilidad, en momentos como el actual, es muy grande. La terrible violencia que está sufriendo el país en las últimas semanas carga aún más peso a las espaldas de sus campeones, que asumen el papel de embajadores ante el mundo. El ciclismo es el gran deporte de Colombia, así que Egan Bernal es Colombia, y eso también cuenta a la hora de intentar comprender al nuevo líder del Giro, la presión que soporta. Del pionero Urán a todos sus discípulos, explicar al mundo que Colombia no es el silbido de las balas se asume como una primera obligación patriótica.
En 1948, el primer ministro de Italia, Alcide de Gasperi, llamó a Gino Bartali a Francia a rogarle que, por favor, ganase el Tour porque era la única manera de evitar una guerra civil después del atentado contra Palmiro Togliatti, secretario general del Partido Comunista Italiano. El viejo Gino acabó ganando en París. No ha trascendido que el presidente de Colombia haya telefoneado a Bernal para que haga el favor de ganar el Giro, pero bien podría repetir el gesto de De Gasperi cualquier día de estos.
La arrancada del de Zipaquirá en el tramo de sterrato fue apoteósica. Un golpe teatral con todos los elementos, ritmo, pasión, mensaje y sentido de la escena. Lo de menos fue la ventaja que sacó a Remco Evenepoel (Deceuninck), que fue mínima. Lo que importa es el ataque en sí.
Bernal dijo que ha vuelto, y eso es algo impresionante en un mundo como el actual, en el que el tiempo de la historia se ha acelerado y avanza alocadamente. Cuando ganó el Tour con 22 años y 193 días, fue el más joven en más de cien años. Y lo que no había pasado en un siglo, se superó en unos meses: Pogacar se hizo con el de 2020 un día antes de cumplir los 22 años. En esa vorágine, parar el reloj y volver atrás para encontrarse con uno mismo es una hazaña. De ahí que este momento pueda ser el punto decisivo de la carrera de Bernal. Si consigue ganar este Giro, objetivo que aún está muy lejos, y vuelve al primer plano, el cielo se abre ante él porque es el único, con Evenepoel, que puede plantar cara a Pogacar en el Tour en esta década que se anuncia maravillosa.
El ataque de ayer es importante por su significado, pero no alteró el panorama del Giro, porque las diferencias siguen siendo mínimas. Bernal ganó con siete segundos de ventaja sobre Giulio Ciccone (Trek) y Alexandr Vlasov (Astana). A diez llegó Remco Evenepoel, que se extravió al inicio del sterrato pero se las arregló para ir remontando en una labor a medio camino entre el equilibrismo y la potencia. En la general, el belga queda a 15 segundos y el ruso, a 21. En la etapa, 28 ciclistas entraron en un minuto. En la general, los nueve primeros están en 55 segundos, los que separan a Bernal de Simon Yates (BikeExchange), que transmite la sensación de ir fatal y resulta que está totalmente metido en la lucha por la victoria. Entre los diez primeros, solo él y Bernal saben lo que es ganar una gran vuelta.
Bernal ya ha alcanzado a Bernal. Si Evenepoel se alcanza sí mismo, el Giro entrará en una nueva dimensión.
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