Alberto Dainese (DSM) firmó un sprint de velocidad pura en la meta de Reggio Emilia. Agachado sobre su bici, más Cavendish que Cipollini, el corredor véneto fue una bala en los últimos metros del viaje por las largas llanuras emilianas. De 24 años y no ... muy alto, 1,76 metros, Dainese salió desde el estómago del grupo para remontar por fuera con una punta de velocidad exhuberante a Démare (Groupama) y Gaviria (UAE), que ya se las prometía felices cuando se vio por delante del francés a 50 metros de meta. No contaba con el acelerón de Dainese, que ponía la guinda a una etapa corrida a 47 kilómetros por hora de media.
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Pero después de cruzar la meta, en este Giro de Italia, no acaba el reto de los ganadores. Hay que subir al podio y descorchar el champán.
Biniam Girmay (Intermarché) ya está en su casa de San Marino, su residencia habitual en Europa, tras abandonar el Giro después del accidente que sufrió el miércoles en el podio. Al abrir la botella recibió el impacto del corcho en un ojo y tuvo que ser trasladado al hospital. Las pruebas descartaron lesiones de importancia, pero su equipo decidió que era mejor que no saliera ayer para poder guardar reposo y someterse a nuevas pruebas.
Visto lo visto, este miércoles alguien pensó que el spumante, mejor sin corcho. Cinco minutos después de su alarde, Dainese subió al podio del viale Insonzo y enseguida se tranquilizó. La botella de champán estaba abierta y pudo regar al público con tranquilidad. Además de Girmay, Mathieu Van der Poel (Alpecin), Koen Bouwman (DSM) o Juanpe López (Trek) –que sigue feliz con la maglia rosa y ya es un personaje en Italia– habían tenido sus más y sus menos con los corchos en el podio.
Girmay dejó el centro sanitario el martes por la noche con un parche en el ojo izquierdo, pero a continuación pudo celebrar la victoria con sus compañeros en el hotel de concentración de Riccione, donde el ambiente era relajado una vez constatado que el incidente se salvó sin demasiada gravedad.
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«Estoy bien –explicó Girmay antes de la salida–. Después del mal momento, salí tranquilo del hospital y pude disfrutar con mis compañeros. Estaban con miedo pero me vieron bien y todos pudimos celebrar la victoria. No tomo la salida porque necesito que el ojo descanse y se fortalezca, pero volveré pronto». El parche del ojo ya había desaparecido para entonces y se descorchó otra botella de vino blanco para festejar. Este miércoles, el equipo belga envió mensajes tranquilizadores sobre el estado de salud de su corredor.
Girmay es natural de Asmara, la capital de Eritrea, situada a 2.480 metros de altitud. Es el tercero de seis hermanos, cinco de ellos hombres, y es cristiano ortodoxo. Su familia vive en su país natal. En el Giro está como en casa, ya que tienen su residencia fijada en San Marino y antes vivió en Lucca, en la Toscana. Es padre de una niña de un año, Liela.
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Dainese es dos años menor que Girmay y la de ayer es su tercera victoria profesional, tras una etapa del Herald Sun Tour (2020) y otra de la Vuelta a Chequia (2019). Es el primer triunfo italiano del Giro y un soplo de aire fresco para la brillante historia de velocistas transalpinos. El arte de la volata es inagotable.
Etapa exigente con tres ascensiones
La etapa de este jueves entre Parma y Génova, de 204 kilómetros, comenzará en subida de Parma hacia las estribaciones septentrionales de los Apeninos, con tres ascensiones complicadas -sobre todo la última, el Valico di Trensasco- antes de entrar en Génova por el puente nuevo de Renzo Piano.
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