Secciones
Servicios
Destacamos
Como Charly Gaul salió de entre la nieve para ganar en el Monte Bondone en 1956, Egan Bernal (Ineos) apareció ayer de las fauces de la niebla para imponerse en Cortina d'Ampezzo y dejar un gesto de respeto a la leyenda de ... este deporte que, como ningún otro, vive de sus mitos. El colombiano, que había limpiado de rivales la carretera nevada del Giau para poder cabalgar en solitario, llegó a las calles de Cortina enfundado en su ropa de abrigo. Negra como el cielo de los Dolomitas. Pero, consciente de que corre para la posteridad, a 300 metros del final se quitó el chubasquero para entrar en la meta como entran los campeones: luciendo la maglia rosa en todo su esplendor.
El gesto fue maravilloso, de alguien que conoce la historia y la ama. No hay nada más grande para un deporte que sus campeones lo honren. Bernal engarzó con la mística de una carrera única gracias a una actuación del corte de las de Bernard Hinault, plena de agresividad, ambición y ego. De desafío a los elementos.
Al colombiano le sobraron la Marmolada y el Pordoi, que se cayeron del programa de la etapa por las pésimas condiciones meteorológicas, que amenazaban con parar la carrera en cualquiera de esas dos cimas. Tempestad sobre la estela de Coppi en el Pordoi. Nevada en la Marmolada a la hora de la salida. A esas altitudes, cualquier empeoramiento del tiempo podía ser fatal. Con buen criterio, la organización redujo la etapa y dejó solo la subida al Giau, entre paredes de nieve. A Bernal le bastó para dar el golpe definitivo al Giro. A partir de ahora, podrá correr como un emperador magnánimo que concede a sus rivales los premios menores.
Al fenómeno de Zipaquirá se le observa una vocación de estilo en este Giro. No es solo por el gesto de mostrar la maglia rosa, sino por la forma de correr. Es como si el Tour de Francia que ganó hubiera sido hace un siglo y no en 2019. Como si todo su talento, el que le llevó al glamour de entrar de amarillo en los Campos Elíseos, la avenida más elegante del mundo, se hubiera transformado en rabia, en el fuego interno que define a los grandes. No solo ser el mejor, sino sentir la necesidad de demostrarlo aunque todo el mundo lo reconozca. Ese punto de fanatismo que ha acompañado a los mejores siempre. La misma obsesión. Las dudas sobre si volvería a ser el mismo tras la lesión de espalda se han resuelto con un no rotundo, pero en sentido contrario al que temían los escépticos. No es el mismo, es mejor.
Se aprecia en los ojos de Bernal, que corre con la fe de quien tiene una misión. Que busca algo más que la victoria: necesita dejar huella. Su triunfo en París fue magnífico, pero no marcó estilo. Fue clásico y además llegó en una etapa que se canceló sobre la marcha, en la cima del Iseran. Allí arriba, a 2.770 metros, se tomaron los tiempos y se paró la etapa. Las inclemencias meteorológicas le dieron el maillot amarillo y cometieron una injusticia, porque no le permitieron plasmar su superioridad de forma inapelable ante un rival magnífico como Alaphilippe.
En este Giro, Bernal quiere establecer su canon. Volver al primer plano por la puerta grande, con un triunfo de corte personal. Que ayer se cancelara parte del recorrido por la nieve no hace que la etapa pueda compararse a aquella del Iseran. Ayer su victoria fue plena. Acabó con la inocencia del Education First, que tiró durante buena parte de la etapa, y condujo a todos los demás a la melancolía, sobre todo a Simon Yates (BikeExchange), que había soñado en el Zoncolan y ayer volvió a la realidad. Le cayeron 2:37, que no fueron los 24:05 de Evenepoel (Deceuninck), pero le dejan sin esperanza.
Bernal se llevó el Tour sin imponerse en ninguna etapa. Ayer ganó con la maglia rosa, la diferencia es esencial. Ahora mismo, parece el único capaz de plantar a cara a Tadej Pogacar (UAE) en Tour, y el patrón del Ineos va a tener un problema, porque cómo se contiene a una estrella. Para qué. El colombiano no iba a correr en Francia, pero ahora vive en un mundo distinto. El de los campeones que un día salieron de entre la niebla y la oscuridad para iluminar una nueva época.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.