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Desde que el 3 de junio de 1990 el Mortirolo hiciera aparición en el Giro de Italia se ha subido 14 veces, doce por la vertiente dura y dos por la 'suave' si es posible utilizar tal adjetivo al referirse al coloso de Lombardía. Este ... martes la corsa rosa vuelve al Mortirolo tras dos años de ausencia y DV ha reunido los testimonios de Miguel Indurain y Perico Delgado, dos voces expertas que sufrieron en las rampas italianas y advierten de que puede marcar distancias entre favoritos.
Miguel Indurain (57 años) ganó dos Giros e iba camino del tercero cuando el Valico di Santa Cristina se cruzó en su camino en 1994.
– ¿Qué sucedió en aquella etapa?
– Llevaba bien la carrera, pero en un puertito llegando a meta, el Valico di Santa Cristina, me quedé y perdí todas las opciones de ganar el Giro.
– La carrera vuelve hoy allí.
– Es un Giro bastante clásico, no hay puertos raros y los que se suben son conocidos: Mortirolo... Se llega a Aprica también, donde me quedé en el 94. Para bien y para mal, conozco bien ese terreno.
– ¿Cómo es la subida?
– No es un puertazo duro, exigente, pero todo lo que está alrededor sí lo es. Están el Gavia, el Mortirolo, el Stelvio... Llegas allí con las fuerzas justas.
– Queda en la memoria colectiva del aficionado que el Valico de Santa Cristina era poco más que un repecho, pero los números no dicen eso...
– Es duro, pero viniendo de donde veníamos, que veníamos del Stelvio y del Mortirolo, parece poca cosa. Tiene duros los últimos tres kilómetros, que es donde me quedé. Pero tampoco es un puerto importante. Sí es exigente, pero es más lo que tienes antes. Esta vez también vendrán del Mortirolo.
– ¿Le siguen preguntando mucho por aquello?
– Sí, la gente se acuerda. Sobre todo, gente de una edad, el resto lo ve en internet. Fueron momentos bonitos, de tensión, de lucha. Al final, gane quien gane, el Giro y cualquier carrera se tiene que disputar para que la gente se acuerde, y aquel año fue disputado. Enfoqué bastante bien aquellas etapas, pero un descuido por no comer, por no alimentarme bien, dio al traste con todo. Cuando estás arriba lo tienes que cuadrar todo, porque si no el rival te aprieta enseguida.
– Pantani y compañía... Nombres importantes.
– Sí. Pantani me dejó, le cogí, Berzin también se me fue y le cogí, se volvió a quedar... Hubo muchos cambios en la situación de carrera. Se andaba muy rápido y no hay descanso en esas zonas. Cualquier descuido, de comida o de lo que sea, te pasa factura.
– Después de aquel año, ya no volvió al Giro. ¿Por qué?
– Eso fue en 1994 y en 1995 diseñaron un Giro muy duro, muy exigente, que me complicaba para llegar al Tour con fuerzas y cambié de calendario. Iba sobre la marcha. Presentaban los recorridos y si me parecía que era muy duro lo dejaba pasar y buscaba otras alternativas. Yo en esas épocas siempre me centraba en el Tour, en llegar en las mejores condiciones.
– ¿El Giro tiene magia?
– Sí. Igual no es la carrera que mejor organizada está ni la mejor, pero los ciclistas italianos la vivían muy intensamente. Luego, tiene puertos muy míticos y está cómo lo venden ellos, los italianos. Como corredor, no es tan estresante como correr en casa la Vuelta o como el Tour, más exigente. Es duro, pero lo llevas bien.
– ¿La maglia rosa es especial?
– Ahí ha estado Juanpe. No es como en nuestros tiempos, que cuando cogías la maglia abrías los telediarios, pero ser líder del Giro de Italia es algo importante en la carrera de un ciclista.
El Giro introdujo el Mortirolo en 1990 y la segunda vez que se subió, en 1991, lo descubrió Pedro Delgado, que no lo ha olvidado.
– Conoció el Mortirolo cuando era un puerto nuevo en el Giro. ¿Qué es aquello?
– ¡¡¡Bufff!!! Muy duro (risas). Muy, muy duro, y especialmente entonces porque teníamos unos desarrollos mucho más limitados. Ahora hay desarrollos que te permiten subir.
– ¿Es tan temible como parece visto desde fuera?
– El problema del Mortirolo es que te deja tal fatiga en las piernas que lo que sucede después te puede eliminar. Quizá su subida no lo rompa todo, pero con lo que tiene alrededor acaba por resultar decisivo. De hecho, ahí está el ejemplo de Miguel Indurain, que pagó el precio del Mortirolo no en sus rampas sino a continuación, subiendo el Valico de Santa Cristina.
– ¿Es la etapa más dura del Giro?
– El paso por el Mortirolo hace que sea una etapa que mediatiza mucho, pero creo que no es la peor. La peor con diferencia es la penúltima, aunque para entonces la carrera estará muy decidida.
– Queda toda la gran montaña por delante...
– Lo más interesante del Giro es lo que falta. La última semana es tan dura y con etapas tan continuadas que ha bloqueado un poco que la carrera tuviera un desarrollo más agresivo. Hay muchas expectativas, sobre todo las ilusiones que genera Mikel Landa, si será su Giro o no, con el 'landismo' con los dedos cruzados todos los días, pero de momento está en una situación muy favorable. Él mismo está en esa fase de madurez, de decir 'es mi oportunidad, ahora sí'. Eso nos está contagiando a todos los aficionados y estamos deseando que empiece la montaña de verdad. Y Pello Bilbao me encanta. Está a la chita callando pero creo que nos va a dar una alegría.
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