José Luis Arrieta: «El ciclismo vasco es muy privilegiado, pero urge un relevo generacional»
Expresidente de la federación guipuzcoana y vasca ·
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Expresidente de la federación guipuzcoana y vasca ·
Toda presentación de José Luis Arrieta (Donostia, 1946) corre el peligro de ser reduccionista. Resumir su labor desde que empezara a colaborar con la Federación Guipuzcoana en el Mundial de 1965 hasta el mes pasado, cuando dejó de ser presidente de la Vasca, llevaría ... páginas. Ha figurado como responsable federativo y también de Organizaciones Deportivas EL DIARIO VASCO o su sucesora Organizaciones Ciclistas Euskadi, pero mientras tanto, ha bajado también al barro del mundillo. Pocos habrán colaborado en tantas carreras de cadetes o juveniles, ya fuera coordinando la organización como tapando cruces o poniendo vallas.
– ¿No se siente vacío sin ningún cargo?
– Los he tenido desde que Leandro Irazusta me metió en la Guipuzcoana en 1973, pero tenía asumido que esto iba a pasar porque tras tres legislaturas completas como presidente de la Vasca desde 2009 no podía continuar.
– ¿Estaba dispuesto a hacerlo?
– Hombre, si no hubiera candidatos y pudiera... igual sí, pero todo se ha resuelto bien, con tres candidatos y una votación limpia. Las cosas se han hecho bien.
– ¿Ha habido más gasolina para todo este trayecto que la afición por el mundo de la bici?
– No, no. La afición. Mucha afición. En 1974 ya saqué el título nacional de entrenador para poder hacer cosas con la Federación.
– Han sido muchas, pero ponga ejemplos de esas «cosas».
– Hay muchas historias. En 1995 surgió la opción de hacer la Klasika Gipuzkoa juvenil pensando en el Mundial del 97. El primer año en Arrasate, luego en Bergara y en el 97 en Egia, con triunfo de Alejandro Valverde, por cierto. Vinieron ucranianos, portugueses, italianos, franceses, belgas... Quisimos hacer algo importante para los juniors de aquí.
– ... y ahí sigue esa Klasika.
– Sí, y también quisimos resurgir la Vuelta a Gipuzkoa, en cuya antigua documentación aparecían nombres como los de Agustín Tamames, González Linares o Txomin Perurena. Lo hicimos a partir de 1997. Allí emergieron Haimar Zubeldia o Markel Irizar. También Imanol Erviti más tarde. Y muchos más.
– También continúa esa prueba. Dentro de ese contexto privilegiado en Gipuzkoa, ¿qué le parece que hace falta más: ciclistas de base o voluntarios en los clubes?
– Te diré como referencia que en 1973 solo había cinco escuelas de ciclismo en Gipuzkoa, denominadas por las cuencas de los ríos Bidasoa, Urumea, Oria, Urola y Deba. A raíz del trabajo que se hizo, en 1974 se pasó a 23 escuelas que luego han sido la base de nuestro ciclismo. Ahora se ha perdido bastante la colaboración por amor al arte. ¿Qué hace falta? Sí un poco de material humano de competición, pero sobre todo cuesta más la participación de aficionados para colaborar con organizaciones.
– No se nota tanto. Ayer juveniles en Antzuola, mañana Memorival Gervais en Aizarnazabal, el sábado Tolosa, el domingo la citada Klasika júnior en Urretxu...
– Hay un sacrificio importante. Nos cuesta mantener a las personas dentro de los organigramas y si eso empezara a fallar, lo que ocurriría sería que el corredor, júnior o sub-23, se encontraría con una merma importante de competiciones. Pero seguimos siendo muy privilegiados, sí.
– ¿Quién contribuye más al ciclismo: el que puso ayer las vallas en Antzuola o Landa, Izagirre, Aranburu y compañía?
– Entiendo que ese colaborador de los pueblos es muy importante para la infraestructura necesaria de la prueba. Los corredores que has citado, o alguno más como Pello Bilbao o Castroviejo, son importantes como referencia. Pero todos ellos han salido de esas competiciones de las que hablamos.
– ¿Hubieran llegado a ser lo que son sin esa estructura de base?
– Alguno, por calidad, saldría, pero no doce o quince como han estado. La planificación desde abajo ha dado sus frutos. Aquí pensamos en mantener estructuras próximas al corredor para que en el entorno de ese ciclista de los que hemos nombrado se formara un grupo con gente de otro nivel. Eso ha funcionado durante muchos años.
– Raúl Mena, el nuevo presidente de la Vasca, es vizcaíno. ¿Quiere eso decir algo?
– Es un hombre muy unido a la pista de Gipuzkoa. Ha sido corredor de pista y técnico con Euskadi y con la Española. Corredores guipuzcoanos están en su estructura: las hermanas Usabiaga, Maeztu en su día... ¿Por qué no hay un presidente guipuzcoano? Porque en Gipuzkoa no había candidato. Creo que Mena sabe que la mayoría de votos que ha obtenido son guipuzcoanos. Todos menos uno le han votado. En cambio, en Vizcaya han dividido su voto. El equilibrio en la asamblea está ahí. Ahora bien, sumando las licencias de Bizkaia y Araba, no llegan a las que tiene Gipuzkoa.
– Algún consejo tendrá. ¿Qué prioridad debe seguir la Federación Vasca?
– Creo que habría que seguir priorizando mucho a las edades tempranas (infantil, cadete, juvenil) y mantener algunas vueltas a nivel de Euskal Herria en distintas categorías. Cuidar mucho que se pueda ir compitiendo con gente importante como se había conseguido traer, por ejemplo, a la Vuelta al Bidasoa. Seguir apoyando todo lo que está organizado, colaborar con los que organizan. Eso va a seguir dando frutos, seguro. Desgraciadamente, hemos perdido organizaciones y urge un relevo generacional.
– ¿Sigue disfrutando del ciclismo?
– Sí que lo sigo. He visto un Giro muy interesante, el Dauphiné, la Vuelta a Suiza... Las últimas carreras las he visto todas. Y luego, cuando son próximas las pruebas, siempre me ha gustado acercarme a un punto estratégico de una carrera ya sea en Oiartzun o en una etapa de la Vuelta al Bidasoa, por citar algunas. Claro que lo seguiré haciendo.
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