El exciclista en una visita a Beasain en 2018. MIKEL FRAILE
Julio Jiménez

El ciclismo pierde al 'Relojero de Ávila'

Escalador de excepción, admirador de Anquetil y amigo de toda una vida de Txomin Perurena, Julio Jiménez ha fallecido a#los 87 años

iñaki izquierdo

Miércoles, 8 de junio 2022, 10:53

Tenía una virtud que no adorna a todas las viejas glorias del deporte. No era nostálgico, no creía que todo era mejor antes. «¿Si el ciclismo antiguo era mejor que el de ahora? A mí me entusiasma Mikel Landa», confesaba Julio Jiménez en una ... de sus últimas visitas a Euskadi, en 2017. El 'Relojero de Ávila', escalador de excepción y figura grande de los años 60, falleció este miércoles en un accidente de tráfico en su ciudad. El coche donde viajaba chocó contra un muro por razones que se están investigando. El exciclista, junto a dos acompañantes, fue trasladado de urgencia al Complejo Asistencial de Ávila, pero los médicos no pudieron salvarle la vida. Sufría problemas de corazón. Tenía 87 años.

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Julio Jiménez era uno de los últimos representantes de los tiempos heroicos, de un ciclismo que ya no existe. Nació en Ávila el 28 de octubre de 1934 y militó en los equipos Catigena (1961), Faema (1962-63), Kas (1964-65), Ford (1966), Bic (1967-68) y Heliolona (1969). Sumó 44 victorias en su carrera, entre ellas cinco etapas del Tour, cuatro del Giro y tres de la Vuelta a España. Fue segundo en París en 1967.

Admiró por encima de todos los gigantes a los que se enfrentó a Jacques Anquetil -aunque reconocía que Merckx fue el mejor- y ha sido gran amigo de muchísimos años de Txomin Perurena, nueve años más joven. Rivalizó con Bahamontes, seis años mayor, que sigue siendo con sus 93 años el ganador del Tour vivo más veterano (1959).

Perurena destacaba tras conocer la noticia que «era una persona extraordinaria. Es lo que se dice de todo el mundo cuando fallece, pero no: Julito tenía un sello diferente. Teníamos una buena amistad desde los tiempos de corredor». Como ciclista, el oiartzuarra afirma que «era un escalador espectacular. Subía de pie, con grandes desarrollos. Fue un duro rival de Bahamontes y firmó grandes gestas. Era muy querido por todos y en Francia fue un ídolo».

Era conocido como el 'Relojero de Ávila', debido a que un primo suyo era relojero y empezó a trabajar con él. Cuando se inició en el ciclismo no tenía ni bicicleta, la alquilaba por horas los fines de semana. «Mi primera carrera fue una vuelta a la muralla de Ávila. Para ese día me dejaron una bici, una Orbea o una BH, no me acuerdo. Ahí conocí a Bahamontes. Pero también continué en el trabajo. Solía ir a Madrid en bici a por piezas para la relojería. Era una paliza, pero salió rentable porque allí conocí la empresa de bicicletas Otero, que hacía bicis a medida, más o menos. Les debió de caer bien aquel novato que era yo y empecé a salir a Segovia y Salamanca en tren. Si no ganabas, no tenías dinero para el viaje de vuelta y el tramo que faltase, qué se yo, desde Valladolid o desde Medina del Campo, en bici de nuevo. Pero seguías y seguías y cada día te gustaba más. Esa ilusión no la perdí nunca».

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Inicios en Eibar

Pronto se le quedaron pequeñas las carreras de Castilla y la salida natural era Euskadi. Su primera aparición fue en una Subida a Arrate, que corrió sin equipo tras hablar con el organizador. Luego acudió a la Bicicleta Eibarresa, donde corrió con un maillot de Lambretta y ganó la primera etapa, una cronoescalada en Elgeta, por delante de Gabica, Karmany y Loroño.

Esa actuación le abrió las puertas del ciclismo profesional. «Ese mismo 1961 la Federación Española me llevó a la Vuelta a Colombia y gané cuatro etapas. Al regreso, me fui a la Volta a Cataluña gracias a un amigo camionero que me llevó. Gané una etapa en Puigcerdá, ante todas las figuras. Me equivoqué y firmé con el Faema. Perdí dos años sin ir al Tour. En cuanto pude, me fui al Kas». Debutó en Francia en 1964 y ganó la etapa del Puy de Dome, la de la famosa foto de Anquetil y Poulidor hombro con hombro. «La gente cree que se estaban jugando la carrera, pero yo iba por delante».

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Además de un excelente ciclista, era un hombre alegre, excelente conversador. Vivía contento. «Estoy orgulloso de haber corrido contra los mejores de la historia y haber podido ponerles las cosas difíciles en ocasiones».

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