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Un niño con el maillot arcoíris anima a las ciclistas, ayer en uno de los tramos de la París-Roubaix. AFP
Paris-Roubaix: De París a Francia, por los adoquines
Paris-Roubaix

De París a Francia, por los adoquines

Roubaix, este año bajo el sol y con el pavés cubierto de polvo, espera el duelo entre Van der Poel y un Van Aert que reaparece tras superar el Covid

Domingo, 17 de abril 2022, 07:11

En Roubaix, el izquierdista Jean-Luc Mélenchon obtuvo más del 50% de los votos. En Denain, donde está el bosque de Arenberg, la ultraderechista Marine Le Pen se llevó más del 40% de los sufragios de la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Francia. La socialista Anne Hidalgo no llegó al 2% en todo el país, pero es la alcaldesa de París. Este domingo se disputa una clásica ciclista que une esos dos mundos tan distintos, París y Francia.

Roubaix simboliza los estragos de la desindustrialización y el neoliberalismo en el norte, junto a la frontera con Bélgica. Paro del 30%, el 40% de sus habitantes viviendo por debajo del umbral de la pobreza, un 30% de vecinos extranjeros. El candidato ultra Éric Zemmour dijo en campaña que Roubaix es «Afganistán a menos de dos horas de París». Un total de 97 nacionalidades están censadas en esta ciudad en la metrópolis de Lille.

Allí llega este domingo la París-Roubaix (Eurosport, 10.30, ETB1-Tdp, 15.00), el día grande del año para los vecinos de la que fue una de las urbes más ricas de Francia a principios del siglo XX, cuando era una de las capitales del textil europeo gracias a su potente industria de la lana. El cierre de las fábricas a partir de los años 70 y el traslado de la producción a países remotos propiciaron el derrumbe, hasta tocar fondo. Aún hoy, Roubaix trata de desprenderse del sambenito de ser la ciudad más pobre de Francia. La ayuda alimentaria en el Secours Populaire es un pilar fundamental.

Allí llega este domingo la 119ª edición de la París-Roubaix. Mathieu van der Poel (Alpecin) aspira a ganar y conseguir el mítico doblete Roubaix-Flandes el mismo año. El holandés es el favorito principal... por medio tubular. Porque corre Wout van Aert (Jumbo), que reaparece tras superar el Covid. Su director ha dicho que sale para ayudar a sus compañeros y, por supuesto, nadie le cree. Corre para ganar. Como corrió para ganar Van der Poel en la Milán-San Remo. Volvía tras meses sufriendo dolores de espalda que le obligaron a interrumpir la temporada de ciclo-cross y casi gana en la vía Roma. Fue tercero.

Serán 257 kilómetros, 54,8 sobre adoquines. Tras una edición dantesca en 2022, luce el sol en el norte de Francia. El polvo sustituirá al barro en el 'Infierno del Norte'. No podrá defender su título Sonny Colbrelli (Bahrain), que sufrió un paro cardiorrespiratorio en la Volta a Cataluña.

Un infierno al que regresar

«La París-Roubaix es un infierno al que te gusta regresar», dijo sobre la carrera Jean Stablinski, que antes de ser campeón del mundo en 1962 fue minero de Wallers-Arenberg. Nunca ganó esta clásica, pero gracias a él se incluyó en el recorrido a partir de 1968 el paso por el bosque de Arenberg, al norte de Denain, otro de los símbolos de la decadencia de las regiones del norte francés.

En Denain no ganó Mélenchon. La frustración de las expectativas vitales y la rabia dirigieron el voto hacia Le Pen. En este caso, el desplome vino del cierre de la siderurgia. Cuando el gigante Usinor (hoy, Arcelor Mittal) despidió a tres mil empleados en 1978, todo se precipitó. 35% de paro (más del 50% entre los jóvenes), 42% de la población bajo el umbral de la pobreza y, según una revelación de la alcadía en 2016 que dejó en shock a la población, una esperanza de vida de 58 años, frente a los 82 del conjunto de Francia.

Las cifras mejoran poco a poco, pero este lugar dista de ser la Francia que va bien. El paso de la París-Roubaix es un día de fiesta y esperanza, como lo es la celebración, año tras año desde 1959, del Gran Premio Denain –gando este año por Max Walscheid (Alpecin)–. Orgullo local.

Aquí llegará también la quinta etapa del Tour (Lille-Arenberg), con 19 kilómetros de pavés. Hoy habrá fiesta al sol del norte. Porque ya no queda ni rastro de las legendarias noches de Denain, iluminadas por las chimeneas de Usinor. Pero hay señales positivas. Hace un año abrió un cine con siete salas. Hoy el ciclismo vuelve a convertir al norte en lo que era. El centro del mundo.

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