Tadej Pogacar entra como vencedor. EFE
Ciclismo

Tadej Pogacar, en los valles lejanos

La Volta a Cataluña asiste al dominio absoluto del esloveno en las etapas de los Pirineos, de grandes puertos pero huérfanas de aficionados

Iñaki Izquierdo

Miércoles, 20 de marzo 2024, 19:01

La Volta a Cataluña celebra su 103ª edición. Siguiendo la estela del Tour, creado en 1903, y del Giro, en 1909, el día de Reyes de 1911 echaba a andar la Volta en aquella Barcelona pujante y agitada. Pionera al sur de los Pirineos, pronto ... seguirían sus pasos la Clásica de Ordizia (1922) y la Vuelta al País Vasco (1924). La Vuelta a España no nacería hasta 1935. Es por tanto la Volta una carrera de categoría y prestigio. Un palmarés magnífico (Cañardo, Poblet,Loroño, Anquetil, Merckx,Perurena, Ocaña,Gimondi, Indurain...) que este año completará TadejPogacar (UAE), que ayer, igual que la víspera en Vallter 2000, volvió a darse un paseo en solitario por los Pirineos para ganar en Port Ainé y alejar en otros 48 segundos a Mikel Landa (Soudal), el único con ambición y piernas para al menos intentar emparejarse con el esloveno.

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Se dio un paseo en solitario Pogacar porque no tiene rivales y porque, un día más, no había púbico. Es un problema estructural de la Volta. Los grandes puertos de los Pirineos permiten al organizador diseñar etapas de alta montaña. Pero son valles lejanos, a muchos kilómetros de las comarcas más pobladas, y hace falta voluntad para acudir hasta allí. Y si la afición no abunda –Cataluña siempre fue tierra de ciclismo y ciclistas, pero la popularidad de este deporte no parece atravesar su mejor momento–, el resultado año tras año es que las grandes etapas de montaña se disputan en la intimidad. Es el modelo opuesto a la Itzulia, que nunca busca la dureza y espectacularidad de los puertos del Pirineo navarro, sino que hace correr la carrera por las zonas más pobladas y con más afición del país.

El maillot de líder de la Volta es especial. Blanco con tres franjas verdes de la Unió Esportiva de Sants, que comenzó a designar al primero de la general en 1958. Pese a haber sido absorbida por ASO, la prenda mantiene sus colores, algo que ni siquiera consiguió la París-Niza, que perdió su maillot blanco de líder tradicional cuando pasó a manos de la empresa organizadora del Tour.

La sensación de que es una carrera para los corredores y no para el público sobrevuela la Volta. Pogacar confirmó que fue una buen apara él acometer una llegada a casi dos mil metros de altitud. «Ha sido una subida difícil, no había mucho oxígeno, pero de nuevo ha sido una buena etapa por mi parte y la de mi equipo». Hoy la etapa llega a Lleida y a partir de mañana, a la costa. La Volta va al encuentro de la gente.

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