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El Tour de Francia de 2025 recuperará una fisonomía local y clásica. Después de tres ediciones con salidas fuera del país en Copenhague, Bilbao y Florencia, la carrera partirá de suelo galo, desde Lille, y no abandonará el hexágono en ninguna de sus 21 ... etapas. Recupera el final en los Campos Elíseos tras el exilio olímpico a Niza de este año y adquiere de nuevo un formato clásico gracias a una distribución nítida entre las jornadas llanas –mayoría en la primera mitad– y las montañosas –abundantes en la parte final–.
El Tour favorecerá una vez más a los corredores fuertes. Si Pogacar llega bien, dispone de terreno suficiente para marcar diferencias. Si Vingegaard supera del todo las consecuencias de la caída en el descenso de Krutzeta y recupera el nivel de 2024, estará por lo menos en la pelea. Evenepoel necesitará dar un nuevo salto porque los kilómetros contrarreloj –33 llanos en Caen en la quinta jornada y 11 de la cronoescalada a Peyragudes que favorecen en teoría a sus dos principales oponentes– no son suficientes para que el belga tome una ventaja considerable en ese terreno.
Buena parte de las oportunidades de victoria para los sprinters estarán concentradas al inicio. Arrancará la 112ª edición del Tour con una serie de etapas planas. Apenas hay montaña en la primera semana de carrera, lo que permitirá disfrutar de una de las llegadas masivas, también espectaculares. Partirá la carrera el 5 de julio de Lille, del norte del país, de la tierra de Jean Stablinski. Atravesará en las jornadas iniciales Normandía, con Jacques Anquetil en el recuerdo, y Bretaña, la región de Louison Bobet en el centenario de su nacimiento. También de Bernard Hinault, con paso por Calorguen, localidad en la que reside, e Yffinac, donde nació.
Las etapas que acaban en el Muro de Bretaña –la séptima– y Mont-Dore –la décima– serán el aperitivo de un menú montañoso que comenzará en la duodécima. La ración pirenaica es triple: llegada a Hautacam tras paso previo por el Soulor (jueves 17), la contrarreloj entre Loudenville y la cima de Peyragudes (viernes 18) y el plato fuerte con el encadenamiento Tourmalet-Aspin-Peyresourde-Superbagnères (sábado 19), empleado ya en otras ocasiones.
Tras el descanso el lunes 21 en Montpellier, no habrá tregua. El martes 22 los ciclistas revivirán la leyenda del Mont Ventoux. El paso por los Alpes se concentrará en dos días:la etapa reina con Glandon, Madeleine y resolución en las espectaculares rampas del col de la Loze (jueves 24) y el postre con Saisies, Pré, Cormet de Roselend y La Plagne, que vuelve al trazado de la Grande Boucle 23 años después.
La Madeleine, para las ciclistas
También se presentó este martes en París el Tour de Francia femenino. Comenzará el sábado 26 de julio en Brest y terminará el 3 de agosto en Châtel, en el corazón de los Alpes. Cruzará el país de oeste a este destaca por encima del resto la conclusión de la penúltima jornada en la cumbre de La Madeleine.
La construcción de un nuevo puente capaz de aguantar las toneladas de material que transporta la organización permite al Tour volver a la estación de Superbagnères, próxima a Luchon y escenario de grandes batallas pirenaicas en la década de los 70 y de los 80 del año pasado. Las autoridades locales han invertido entre 20 y 25 millones de euros en una obra que ha consistido en sustituir los dos puentes anteriores por uno nuevo de 200 metros de longitud. También se ha restaurado un teleférico que sube del centro de Luchon a la estación en ocho minutos.Superbagnères vuelve al recorrido 36 años después del triunfo de Robert Millar en la llegada de la edición de 1989. Tres años antes Lemond remontó a Hinault en sus 12,4 kilómetros de ascensión con una pendiente media del 7,4%.
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