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Iñaki Izquierdo
Viernes, 5 de julio 2024, 21:22
Todos contentos y a brindar con un Gevrey-Chambertin. Qué bien le sienta la igualdad al ciclismo. Los nuevos campeones están haciendo pedagogía, están enseñando a los aficionados la nueva forma de disfrutar de este deporte amante de sus tradiciones como pocos, que adora las ... inabarcables cabalgadas de sus grandes mitos, las minutadas, la hegemonía tiránica de un patrón. El Tour sigue vivo. La contrarreloj de los viñedos de la Borgoña se saldó con una victoria colectiva. Todos ganaron.
El triunfo, por supuesto, fue para Remco Evenepoel (Soudal), que para algo es el campeón del mundo. La jerarquía es la jerarquía y eso, pese a la modernidad, no se discute en el ciclismo... Casi nunca. Una cosa sí se discute. En vez de correr con el maillot de campeón del mundo, el belga fue obligado a salir con el blanco de mejor joven. La norma será así, pero la afrenta es de consideración. En cualquier caso, con esa ropa de ocasión el belga voló en un terreno que le va como anillo al dedo. Perjudicado por el viento a favor –que limita las ventajas y beneficia a los menos fuertes–, marcó los mejores tiempos desde la salida y obtuvo la máxima diferencia en meta, doce segundos con Pogacar (UAE).
El maillot amarillo también acabó con motivos para sonreir. Fue el único que peleó por ganar la etapa y amplió su ventaja con Jonas Vingegaard (Visma). Le sacó 25 segundos y le manda por encima del minuto de retraso en la general. A 1:15. No es mucho ni poco. Dadas las circunstancias, es una situación de lo más razonable. En el décimo enfrentamiento entre ambos en una contarreloj se mantuvieron los parámetros de las anteriores. Prima la igualdad. El danés fue cuarto en la etapa.
También puede quedarse tranquilo con su actuación un Primoz Roglic (Bora) que era el que menos señales convincentes había enviado hasta el momento. El esloveno acabó tercero a 34 segundos de Evenepoel –con el mismo material–, 22 por detrás de Pogacar y tres por delante de Vingegaard. Diferencias muy cortas, en parte favorecidas por el viento. Con el aire de cara la historia habría sido algo distinta, probablemente.
Tras departir con Alberto de Mónaco en la meta, Evenepoel no ocultó su satisfacción: «Estoy muy contento y muy orgulloso. He conseguido mi objetivo, que era ganar una etapa en el Tour. He derrotado a Pogacar, que en mi opinión está en su mejor forma física de siempre. Ahora me toca seguir concentrado en la carrera y tratar de mantener esta plaza que ocupo en la general, porque a Tadej le considero imbatible».
Asegura que no está «pensando en la general todavía. Queríamos una victoria de etapa. Conforme avance la carrera sí empezaré a concentrarme en la general porque creo que tengo piernas para subir al podio final».
El belga explicó los gestos que hizo en la parte final de la etapa, reclamando asistencia mecánica al coche, aunque finalemente siguió sin contratiempos. «Me he llevado un susto porque he escuchado un ruido y creía que había pinchado. No sé si a un aficionado se le ha caído un vaso al suelo o si ha golpeado una valla… ¡Pero era el mismo sonido! Luego he visto que en realidad no me había pasado nada. Aún así, llevaba el miedo en el cuerpo por si era un pinchazo pequeño y no me he atrevido a arriesgar en las últimas curvas. Probablemente haya perdido cuatro o cinco segundos por esta razón, pero no me importa».
Evenepoel gana en su debut en el Tour de Francia y se convierte en el 109º ciclista en ganar etapas en las tres grandes vueltas. Tiene también cinco en la Vuelta y dos en el Giro. La de este viernes es su sexta victoria de la temporada y la 56ª de su carrera. Tiene 24 años.
De los hombres de la general, le tocaba sufrir a Carlos Rodríguez (Ineos) y sufrió. Cedió 1:27, lo que le envía al séptimo puesto a dos minutos y medio del maillot amarillo. Se sitúa justo detrás de la dupla Juan Ayuso-Joao Almeida, separados por un segundo, situación que promete dar juego, visto lo visto. En todo caso, el granadino irá para arriba y sigue siendo un aspirante legítimo al podio en Niza el domingo 21.
El regreso de la contrarreloj al Tour –después de los famélicos 22 kilómetros del año pasado– incluye un segundo episodio el último día. Las referencias de este viernes no pueden extrapolarse para la crono entre Mónaco y Niza. Será más larga (33,7 kilómetros), las cronos de la última semana no tienen nada que ver con las de la primera y además el recorrido será totalmente distinto. Con las subidas a La Turbie y al col d'Eze, la jornada final del Tour puede marcar unas diferencias mucho mayores que las de este viernes.
La próxima etapa clave llega mañana mismo, con los caminos de tierra del Tro-Bro Leon, en Troyes. Etapa larga de 200 kilómetros, de los que 32 se recorrerán en los 14 sectores de sterrato que no dejan dormir a los jefes de los equipos de los favoritos. Esos caminos también están rodeados de viñedos, pero en Troyes quizá no todo el mundo esté con humor para brindar con una copa de champán después de la etapa.
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