Victor Campenaerts bate a Matteo Vercher y Michal Kwiatkowski en la meta de Barcelonette. REUTERS
Tour de Francia

Campenaerts no huye, se escapa

El belga remata una etapa marcada por una fuga multitudinaria, con Aranburu y Lazkano fuera del corte final

Viernes, 19 de julio 2024, 02:00

El ciclista, cuando se escapa, no huye. El ciclista, cuando se escapa, realiza un acto de valor. No evita el peligro, va en su busca. El ciclista, cuando se escapa, no es un cobarde, es un rebelde. No se esconde, desafía a los poderosos. Se entrega a su suerte contra todo pronóstico, contra todo cálculo, contra toda lógica. Casi siempre, contra toda esperanza.

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El escapado es un loco. O uno que pasa hambre. Por eso en el Tour ya no hay escapadas. Porque en el ciclismo de primera división todo está medido, todos los datos se analizan y nada se escapa al cálculo. Porque en el World Tour no se pasa hambre, ricos se hacen unos pocos pero hambre no se pasa. Entonces nadie sale a la desesperada al grito de más cornadas da el hambre o más duro es el andamio con la maleta a medio hacer sin saber si volverá a casa. Todos en el pelotón son figuras y ya no se gana a la tremenda.

Pero hay días para los locos. El de este jueves estaba marcado con rotulador por todos los dinamiteros del pelotón desde que el Tour se presentó en octubre. Había que aguantar diecisiete etapas para llegar a la de ayer y que saliera el sol por Antequera. En Gap, donde Joseba Beloki se cayó en 2003, se repartían mascarillas y antifaces. Los prudentes y la gente de orden circulaban con mascarilla; los temerarios, con antifaz y cuchillo entre los dientes dispuestos para el abordaje.

No hacía falta escuchar radio Tour para conocer la lista. Todos los sospechosos habituales: Van Aert (Visma), Matthews (Jayco), Kwiatkowski (Ineos), Bernard (Lidl-Trek), por supuesto Carapaz y Ben Healy (EF), Campenaerts (Lotto) y, naturalmente, Alex Aranburu y Oier Lazkano (Movistar). Se formó una escapada de 37 corredores, totalmente ingobernable. El ejército de Pancho Villa al lado de ese grupo es un remanso de paz y modelo de disciplina.

Como la situación era desesperada –nada puede salir como está previsto en un grupo de 37–, todos decidieron tirar para adelante como si estuvieran escapando de algo. De los Alpes, por ejemplo, cuya presencia escoltó todo el recorrido de la etapa. Los picos de casi tres mil metros a la izquierda de la marcha de la carrera eran como una espada de Damocles. Ahora o nunca, porque hoy no se bordearán, sino que habrá que subirlos y entonces no habrá nada que hacer.

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Hacía un calor del Tour de Francia y hubo que trabajar, porque el pelotón no aflojó hasta mediada la etapa. En un grupo así no se colabora con fundamento, porque siempre hay alguien que se 'olvida' de dar relevos al fondo del grupo. Estas escapadas siempre se solucionan de la misma manera: hay que romper el grupo y luego saber entenderse. Asunto nada sencillo porque los ciclistas capaces de resolver una situación así no son cualquiera. Con ese calor, el momento clave llegó junto al lago de Serre-Ponçon, una inmensa masa de agua que refrescaba un poco el ambiente, lo suficiente para poder pensar. Es el embalse más grande de Francia, con la capilla Saint-Michel, del siglo XII, en medio. Antes estaba en una colina, ahora es una isla. Otro Michel, Kwiatkowski, católico como buen polaco, se encomendó al santo en la Côte des Demoiselles Coiffées, la cota de las señoritas peinadas, y decidió la etapa.

Campeón del mundo y ganador de la Milán-San Remo, ese es el nivel para solucionar esta clase de asuntos, se llevó consigo a Campenaerts, al que su fama le precede, y a Mattéo Vercher (TotalEnergies), que hubo que mirar quién es. Tiene 22 años.

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No era fácil sacarse de encima a Van Aert en esa escapada, ni al trío de Movistar con sus dos rematadores titulares, Lazkano y Aranburu, ni a la tropa del EF con Healy y Carapaz, pero lo consiguieron. En ese momento cobró todo sentido la escapada. Extrañó que Campenaerts no pusiera en marcha la máquina de vapor y se lanzara a un ataque lejano en solitario. Algo sabía. Vercher es escalador, dicen las guías; Kwiatowski está mayor y ha perdido velocidad. El contrarrelojista flamenco fue resolutivo en el sprint y añade una etapa del Tour a la que ya tenía en el Giro.

El ciclista, cuando se escapa no huye. Eso no pasa en ningún otro ámbito de la vida. ¿Por qué a la gente le gusta el ciclismo? Cómo no le va a gustar.

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